ꜱᴀᴋᴜᴀᴛꜱᴜ

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—¡Venga, Omi-Omi!

—¡No me llames así!

Los dos miembros del equipo MSBY Black Jackals empujaban las maletas dentro del ascensor, intentando hacer que no se cayeran.

—Esto es mala idea, sobrepasa el peso-

—No pasa nada —interrumpió el rubio.

Finalmente, el ascensor bajó hacia el piso de abajo, donde el resto de chicos del equipo esperaban para recoger las maletas.

Todos menos Bokuto, quien se quedaría un poco más en Tokyo para pasar unos días con su pareja.

Esperaron a que el ascensor volviera a subir, ya que estaban en el último piso de un hotel, aunque Sakusa no apoyaba esa idea.

—No pienso meterme en un ascensor contigo —dijo a través de su mascarilla.

—Venga, no creo que quieras bajar 25 pisos por las escaleras.

—Sinceramente, lo prefiero.

Agarró la mano del pelinegro y lo metió en el ascensor. Mientras se desinfectaba las manos, la puerta ya se había cerrado.

Kiyoomi rodó los ojos, intentando no mirar a su compañero.

El ascensor fue bajando lentamente, para el pelinegro parecía que pasaba una eternidad.

—¿Qué pasa, Omi-kun? ¿Te pone nervioso estar a solas conmigo?

—Claro que no, apártate.

Mintió. Si que le ponía algo nervioso.

No lo malinterpretéis, seguía odiando su actitud y muchas otras cosas, pero no podía ocultar que de su odio surgió algo de amor.

De pronto, la luz se apagó y dejaron de moverse. El ascensor se había averiado.

—No puede ser —dijo Sakusa, tocando el puente de su nariz.

—¡¿Nos hemos quedado atrapados?! ¡No me gusta estar encerrado! ¿Soy yo o hay menos oxigeno? A mi me cuesta respirar...

—No exageres, por favor. Manten la calma, pronto saldremos de aquí —dijo presionando el botón de emergencia después de tapar sus dedos con la manga de su chaqueta.

—¡No puedo, Omi-Omi!

Agarró al pelinegro de los hombros, mirándole con desesperación. Parecía asustado.

—Tengo que salir de aquí o llegaré tarde.

Ya se esperaba alguna estúpida cosa a la que llegaría tarde, pero se sorprendió.

—Debo visitar a mi hermano antes de irnos de Tokyo.

Tuvo que aceptar que eso le parecía tierno.

—Me desafió a ganar un reto de comida en su restaurante y debo mostrarle que soy capaz de ganar.

—Eres un idiota —declaró, provocando que Atsumu le mirara mal.

Atsumu se sentó con la espalda contra una de las paredes y Kiyoomi le siguió, intentando no tocar el suelo, ni nada más en realidad. Cada uno quedó en una de las esquinas, mirando al otro.

—¿No tienes calor? —dijo Miya, quitándose la chaqueta.

La camiseta de tirante dejó ver los musculosos brazos del rubio, haciendo que Sakusa se pusiera nervioso.
Se bajó la mascarilla para respirar y Atsumu sonrió.

—¿Qué te pasa? —dijo molesto.

—Casi nunca te veo la cara. Solo en los partidos, pero no puedo pararme a verte, soy demasiado importante en el equipo —dijo arrogante.

Kiyoomi juró que le tiraría cualquier cosa, pero no se arriesgaría a lanzar su bote de desinfectante para manos.

—¿Por qué estás tan lejos, Omi-Omi? ¿No me quieres?

Se acercó a él y se puso de rodillas frente al pelinegro. Él lo miró de arriba a abajo y rodó los ojos.

Unos segundos después se acercó un poco más.

—¿Por qué no respondes?

—¿A qué te refieres?

Unos centímetros menos entre ellos.

—¿Me quieres?

Simplemente no pudo contestar. Sus ojos marrones le hipnotizaron. 
Parecía no bromear con esto, así que decidió ser sincero también.

—Contesta, Omi-Omi —dijo cada vez más cerca.

—Para de llamarme así —susurró, mirando a sus labios.

—Me gusta ser el único que te llama así —sus labios casi se rozaban.

Por un momento, a Sakusa no le importó el contacto físico, la saliva o cualquier cosa. Solo quería besar al chico que más odiaba y más amaba.

Agarró las mejillas de su compañero le besó desesperadamente, subiendo luego sus dedos hacia su pelo tintado.

Ambos se sentían en el cielo y fueron tumbándose por momentos. 
Miya quedó sobre el otro y profundizó el beso.

Sus piernas se quedaron a los lados de sus caderas y rozó su miembro.

—¿Qué haces? —dijo empujando su torso.

—Antojar —dijo con una sonrisa.

Volvió a besarle lentamente. Sus lenguas se rozaron y sus labios se movieron ágilmente. Atsumu llevaba el liderazgo en el beso y Kiyoomi no se quejaba.

—Creí que serías más escrupuloso al besarme —dijo con una sonrisa arrogante.

—Cállate, Atsumu —dijo volviendo a besarle.

Se separó de nuevo y lo vió desde arriba con una sonrisa.

—Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero —dijo cada vez que dejaba un beso sobre sus mejillas, labios o nariz.

—Para, eso es asqueroso —dijo molesto, intentando poner de nuevo su mascarilla sobre su rostro.

Atsumu la bajó de nuevo y le besó rápida y profundamente.

—Dime que me quieres —susurró a su oído, dejando después un suave beso en su cuello.

Le acarició la mejilla y se miraron a los ojos.

—Te quiero.

𝗕𝗢𝗡𝗨𝗦


Estaban tan centrados el uno en el otro que no se dieron cuenta de que el ascensor ya volvía a funcionar hasta que las puertas se abrieron.

Ambos miraron hacia sus compañeros, aún desde el suelo.
Atsumu sonrió y Sakusa le apartó de encima suya, levantándose rápidamente y desinfectando sus manos para luego subir su mascarilla.

Salió, con la mirada de todos sobre él. Cogió sus maletas y miró a todos.

—Ni una palabra —dijo antes de salir para entrar en el autobús del equipo.

—¡He besado a Omi-Omi! —gritó Atsumu, elevando sus brazos mientras salía del ascensor.

—¡Calla, Atsumu!

—¡No me lo creo! —dijo Hinata, quien se arrepentía de que Bokuto no estuviera allí, aunque obviamente se lo contaría de inmediato

7 minutes in Heaven • Haikyuu! Ships (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora