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Azami: oh esa es mi casa, adiós ishimaru

Dijo aliviada ya que era algo incómodo el silencio que compartía junto al extraño chico que la miraba sin ninguna expresión en sus ojos, el pelinegro estaba sumido en sus recuerdos. La voz de la chica sacó a taka de sus pensamientos y levantó la mirada para ver cómo está se iba a su casa sin un sólo rasguño.

¿Lo logré?....

Se quedó estático mirando sus propias manos con orgullo al ver que estás no estaban manchadas de sangre al no haber tomado sus medicinas, tenía una sonrisa en sus labios. Apretó los puños con determinación y corrió a su casa sintiendo como la adrenalina se adentraba a él, pero no en un sentido peligroso, era feliz esa adrenalina, no lo estaba poniendo nervioso sentirse así.

Se sentía realmente libre y rió en voz baja sin importarle que pareciera loco, tenía una risa realmente desesperada, no detuvo sus pasos hasta llegar a su casa, estaba algo agitado mientras mantenía una sonrisa de par en par.

¿Lo logré?...

¿Me curé?...

¿Finalmente me curé?...

Dejó de sonreír poco a poco para parecer calmado ya que su padre pensaba que cuando sonreía demasiado era porque había hecho algo malo, algo como matar nuevamente, lo que significaba encubrirlo.

Soltó un suspiro para calmar su adrenalina y entró a su casa, su padre estaba en el sofá viendo las noticias, en la que por mucho tiempo no se habían reportado asesinatos ni desapariciones. Hace un tiempo había sucedido un caso muy importante ya que tres jóvenes habían sido asesinados en el bosque, taka siendo el único sobreviviente, quien dijo haber visto a un hombre en el bosque, lo que era una mentira.
Había uno de los chicos del grupo que era una buena persona y que solía detener a sus amigos para que no siguieran molestando a taka pero de todos modos ishimaru asesinó para que no hubieran testigos.

Después de ese homicidio, hubo una leyenda de un hombre llamado genocider syo, el cuál decían que vivía en el bosque y que asesinaba a cualquier persona que se atreviera a pisar el bosque estando solo, lo que llevó a varios adolecentes tontos a grabarse mientras se adentraba al bosque sólo para cumplir con un estúpido reto.

Takaaki sabía que era una mentira pero decidía pasarlo por alto y no darle justicia a los chicos, los cuales habían sido bullies de su hijo.

Aunque no todo era de color de rosa ya que takaaki castigaba a taka por lo que hacía, obligándolo a estar en casa tomando constantemente tranquilizantes y pastillas para la voz que lo obligaba a cometer homicidio. Takaaki no quería que su apellido se viera manchado nuevamente por culpa de otro integrante de su familia, taka era un joven asesino en serie, esa era suficiente justificación para cerrar la puerta de su dormitorio con llave por la noche y alejarlo de objetos peligrosos.

La única razón por la que takaaki le había permitido llevar el cuchillo fue porque habían pasado un año desde su último asesinato, parecía controlado.

Takaaki: ¿Te fue bien?

Dijo dirigiendo su mirada a su hijo, notando que no tenía manchas de sangre o que le faltaba alguna prenda de ropa que habría tirado para ocultar dicha sangre, lo que siempre era un alivio para el policía.

Ishimaru: sí, padre

Takaaki se levantó del sillón y se acercó a su hijo, le ofreció la mano, taka suspiró y le dió su mochila, en la que estaba el cuchillo junto al taper con los restos de la torta que había preparado, aunque no solo ya que takaaki quería ver si no le ponía alguna clase de veneno o sustancia tóxica.

Revisó la mochila y sacó el cuchillo para llevarlo a uno de los cajones de la cocina que estaban bajo llave, el cuál contenía objetos de cocina filosos como tenedores o cuchillos. Se dirigió nuevamente a su hijo y lo abrazó, era un monstruo que debía ser encerrado pero seguía siendo su hijo, aún veía en kiyotaka un niño indefenso que le temía a la oscuridad y que adoraba salir a jugar con otros niños o perros, extrañaba a ese niño.

Takaaki: te quiero, hijo...

Ishimaru: yo también...

Dijo el menor correspondiendo el abrazo de su padre, por quién no tenía muchos sentimientos encontrados más que gratitud por no abandonarlo a pesar de su condición. Luego del abrazo taka fue a su habitación, se apoyó en su cama estando bastante tranquilo, ahora tenía una sonrisa de par en par bastante insana que había ocultado de su padre ya que no se notaba normal en él.

¿Acaso el amor de mondo lo había curado?

Se preguntó pensando de manera sumamente ingenua que mondo era su nueva medicina y que siempre estaría ahí para él o sus caprichos.
Miró el frasco que tenía en su mano derecha y lo apretó pensando que ya no necesitaba tomar las medicinas. Estaba pensando en tirar el frasco al basurero pero no quería arriesgarse por completo ya que tenía miedo de lastimar a mondo a pesar de querer mostrarle cómo era de verdad, quería ser sincero con él pero aún no era el momento para mostrarse.

Al día siguiente taka se encontraba en una gran encrucijada, ya sabía que era capaz de contenerse sin tomar las pastillas y que no sentía ningún deseo de asesinar a nadie pero decidió que tomaría una para no arriesgarse a atacar a mondo en la escuela, aún no confiaba en si mismo.

Pasó la pastilla bicolor por su garganta junto a un trago de agua para que se le facilitará tragarla, era bastante grande pero ya estaba acostumbrado a eso. Tomó su mochila y fue a la escuela para estudiar pero sobretodo para ver a mondo, quería aprovechar cada minuto que tenía ya que ese era su último año junto ahí, mondo iba a tomar una carrera de arquitectura ya que le había empezado a interesar eso, por su parte taka decidió ir por el camino de las leyes como su familia acostumbraba.

Entró a la escuela y vió a mondo, quien nuevamente estaba hablando con algunas chicas de manera despreocupada al no notar su claro interés en él. Taka sonrió al notar que n
Mondo y él habían cruzado miradas, el motociclista estaba levantando la mano para saludar a su amigo, quien corrió hacia él y lo abrazó para saludarlo.

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😊💊My happy pills💊😊 (ishimondo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora