9.Cuando se enteran de la verdad

23 3 0
                                    

Se produjo un silencio en la cabaña. Sólo podía oírse el mar y el silbido del viento.

—¿Que somos  qué? —dijo Harry con voz entrecortada.
—Magos —respondió Hagrid, sentándose otra vez en el sofá, que crujió y se hundió—. Y muy buenos, debo añadir, en cuanto se hayan entrenado un poco. Con unos padres como los suyos ¿qué otra cosa podían ser? Y creo que ya es hora de que leas la carta Harry.

Harry extendió la mano para coger, finalmente, el sobre amarillento,dirigido, con tinta verde esmeralda al «Señor H. Potter, El Suelo de la Cabaña en la Roca, El Mar». Sacó la carta y leyó:

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
Director: Albus Dumbledore
(Orden de Merlín, Primera Clase, Gran Hechicero, Jefe de Magos,JefeSupremo, Confederación Internacional de Magos).

Querido señor Potter:

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.

Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente, Minerva McGonagall

Después de unos minutos Harry pregunto:

—¿Qué quiere decir eso de que esperan mi lechuza?
—Gorgonas galopantes, ahora me acuerdo —dijo Hagrid, golpeándose la frente con tanta fuerza como para derribar un caballo. De otro bolsillo sacó una lechuza (una lechuza de verdad, viva y con las plumas algo erizadas), una gran pluma y un rollo de pergamino. Con la lengua entre los dientes, escribió una nota que pude leer al revés.

Querido señor Dumbledore:

Entregué a Harry su carta. Los llevo mañana a comprar sus cosas.
El tiempo es horrible. Espero que usted esté bien.

Hagrid

Hagrid enrolló la nota y se la dio a la lechuza, que la cogió con el pico.
Después fue hasta la puerta y lanzó a la lechuza en la tormenta. Entonces volvió y se sentó, como si aquello fuera tan normal como hablar por teléfono.

—¿Por dónde iba? —dijo Hagrid. Pero en aquel momento tío Vernon, todavía con el rostro color ceniza, pero muy enfadado, se acercó a la chimenea.

—Él no irá —dijo.

Hagrid gruñó.

—Me gustaría ver a un gran muggle como usted deteniéndolo a él —dijo.
—¿Un qué? —pregunte interesada
—Un muggle —respondió Hagrid—. Es como llamamos a la gente «no-mágica» como ellos. Y ustedes tuvieron la mala suerte de crecer en una familia de los más grandes muggles que haya visto.
—Cuando los adoptamos, juramos que íbamos a detener toda esa porquería —dijo tío Vernon—. ¡Juramos que la íbamos a sacar de ellos! ¡Unos magos, ni más ni menos!
—¿Ustredes lo sabían? —preguntó Harry—. ¿Ustedes sabían que nosotros éramos... unos magos?
—¡Saber! —chilló de pronto tía Petunia—. ¡Saber! ¡Por supuesto que lo sabíamos! ¿Cómo no iban a serlo, siendo lo que era mi condenada hermana? Oh, ella recibió una carta como ésta de ese... ese colegio, y desapareció, y volvía a casa para las vacaciones con los bolsillos llenos de ranas, y convertía las tazas de té en ratas. Yo era la única que la veía tal como era: ¡una monstruosidad! Pero para mi madre y mi padre, oh no, para ellos era «Lily hizo esto» y «Lily hizo esto otro». ¡Estaban orgullosos de tener una bruja en la familia!

Se detuvo para respirar profundamente y luego continuó. Parecía que hacía años que deseaba decir todo aquello.

—Luego conoció a ese Potter en el colegio y se fueron y se casaron y los tuvieron a ustedes, y por supuesto que yo sabía que iban a ser iguales, igual de raros, unos... unos anormales. ¡Y luego, como si no fuera poco, hubo esa explosión y nosotros tuvimos que quedarnos con ustedes!

𝗟𝗮 𝗼𝘁𝗿𝗮 𝗣𝗼𝘁𝘁𝗲𝗿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora