➳ Capítulo 12.

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...

La brisa que entraba por la ventana hizo bailar las faldas de su vestido azul cielo. Nozomi se preparaba para la competición de Sunghoon. Calzó unas blancas zapatillas, peinó su cabello y se adornó la piel con un poco de maquillaje. Cuando estaba a punto de salir, Yeojin salió en ese momento del baño que compartían, en el momento preciso para ver a la japonesa recoger sus llaves, dispuesta a irse.

—¿Adónde vas? —interrogó. Aquel era el tono de la verdadera curiosidad.
—Saldré con Wonjin. —Le pareció que no estaba de más excusarse en su nueva amistad. Yeonjin se hundió en sus hombros y no pudo hacer más que asentir, sin cuestionar aquella mentira. Nozomi aprovechó lo inmersa que estaba la coreana en la revista de moda que estaba ojeando para así salir antes de que ésta pudiera ver el brillo inusual de la emoción en su mirada y caminó hasta la salida del campus, donde se encontró a Sunghoon subido en su coche, la única diferencia era que esta vez estaba conduciendo su padre. Ella creía que sería Sunghoon quien la recogiera, hasta que cayó en cuenta de lo lógico en que su padre fuera a ver su competición.

—Hola... —saludó una vez se sentó en la parte de atrás, junto a Sunghoon. El hueco en el asiento del copiloto estaba vacío, y se preguntó por qué el chico no se había sentado ahí como estaba segura de que siempre hacía. Al percatarse de que su insistente mirada viajaba del asiento hasta él, dijo:
—He pensado en hacerte compañía aquí atrás. El trayecto es un poco largo.

El progenitor de Sunghoon, cuyo rostro Nozomi vio reflejado en el espejo retrovisor derecho, sonrió a modo de saludo. Ella le devolvió la sonrisa aún sin saber si podía verla, debido a la fuerte luz del sol que se proyectaba sobre la calidad del cristal.

El señor Park —como había empezado a llamarlo— era un hombre distinto a Sunghoon y muy similar a él al mismo tiempo. Era la representación de la típica figura de padre: un hombre de chistes malos —lo que hizo ver a Nozomi de dónde había heredado Sunghoon su humor—, muchas sonrisas, bromas y actitud vacilante. Parecía un buen padre. A Nozomi le resultó agradable hablar con él durante el trayecto. Le regaló un sentimiento de cercanía y bienvenida.
No pudo evitar recordar que su padre se encontraba al otro lado del mundo, muy seguramente con otra mujer que no era su madre, y quién sabe si nuevas hijas a las que cuidar... hijastras, claro.
Apartó esos pensamientos. Eran una de sus menores preocupaciones en ese momento, a decir verdad.
A

fortunadamente, el pariente de Sunghoon le regaló tal sensación familiar que no tuvo que pendar en eso mucho más.

El camino fueron unos cuarenta y cinco minutos que no fueron para nada eternos. La competición resultó ser en una pista de patinaje de Seúl, en el centro de la ciudad, y su instituto quedaba relativamente cerca si tenían en cuenta la amplitud del lugar.

Una vez llegaron, Sunghoon tuvo que irse a prepararse en su lugar. El señor Park y Nozomi se sentaron en las gradas, junto al resto de espectadores.

—Sabía que me resultabas familiar de algo... ya me acuerdo.

Volteó el rostro en dirección al hombre con el que había estado hablando durante todo el camino. A ella le había parecido sentirse cómoda con él hasta el punto de parecer una hija más, pero no comprendía de qué hablaba el mayor. Mostrando el mayor respero posible hacia éste debido a la notoria diferencia de edad, arqueó una ceja. Su rostro se inclinó levemente hacia delante, invitándolo a continuar hablando.
Si él recordaba algo, ella desde luego que no lo hacía. Pensó que tal vez el hombre se había confundido de persona.
D

𝐏𝐈𝐀𝐍𝐎 | Park Sunghoon | RESUBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora