📜|| 𝐙𝐖𝐎̈𝐋𝐅

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Llanto.

Cuando íbamos a dormir, él solía tardar bastante rato en el baño. Pensé que hacía una rutina de skin care o algo por el estilo, pero no podía estar más equivocado, su sonrisa solo se encargaba de ocultar el hecho de que algo dolía, amparada por el brillo en sus ojos que muy tarde, me percaté de que eran lágrimas.

Solía pensar que sus ojos eran muy brillantes, como dos perlas resplandeciendo bajo el salado mar, mientras el sol pegaba de lleno sobre ellas. Sus ojos, como diópsido de estrella, siempre me hicieron preguntarme la razón por la cual me cautivaban de esa vil manera, en la que me perdía en ellos hasta que no existiera nada más; no imaginé ni en mis peores pesadillas que ese brillo fuera agua salada recubriendo sus perlas, lágrimas acumuladas luchando por no resbalar. 

Y si pararas a pensarlo un momento, era un motivo lógico de descifrar, ¿o acaso es normal que a las personas tristes les brillen los ojos tan bonito?

Él se encerraba en el baño, prometía siempre no tardar. Era extraño las primeras veces, después, me comencé a acostumbrar. 
La puerta de igual forma no era cerrada con candado, podía abrir si sospechaba que algo malo podía pasar; porque siendo honesto, a estas alturas, decir que no me preocupaba sería mentir.

Lo había visto antes entrar en crisis, había atendido ataques e incluso lo había tenido que detener de atentar contra su propia integridad, poco a poco, aprendiendo a lidiar con ello. Cada obstáculo que atravesábamos me daba un motivo más para querer quedarme a su lado por la eternidad; él necesitaba a alguien que lo apoyara en todo momento, ¿y quién era yo para negar singular oportunidad?

Claro, Felix también estaba ahí para él siempre. Cuando yo no sabía qué hacer, siempre podíamos contar con él. De alguna manera, ambos éramos su soporte emocional, la razón que él tenía para seguir adelante día con día; y por supuesto, incondicionalmente nuestra mano siempre estaría para ayudarle a levantarse. 

La voz de In era como caricia al alma, su risa era esperanza para mi corazón, pero su llanto... su llanto me rompía como a una débil pompa de jabón que chocaba con una ráfaga de aire. 
Se sentía como si un tigre me arañara hasta hacerme sangrar. Si algo odiaba era oírlo llorar; no porque realmente me enfadara, sino por el hecho de que estrujaba mi ser hasta comprimirme, como una fobia.

¿Cómo me di cuenta? El día que escuché cómo el frasco de la loción se rompía estruendosamente. 

Temiendo por su vida, me apresuré hacia el baño. Llevaba el corazón en la boca imaginando ya lo peor, pero para mi suerte, el frasco solo se había caído porque él estaba recargado sobre el lavabo, y lo había tirado sin llegarse a percatar.

Mi primer impulso era acercarme, pero lo pensé. Si me acercaba de la nada, daría pie a un posible accidente; así que decidí tararear una melodía; Fine Line salía de la comisura de mis labios como si se tratara de un ligero susurro, tratando de hacerme pasar incluso por sus propios pensamientos en el intento de cesar su llanto; pude observar cómo sus manos apretaban en borde del lavabo, temblorosas, y su labio temblaba igual. 

Las lágrimas caían resplandecientes en la cerámica blanca, confundiéndose con el agua. Porque sí, la llave estaba abierta. 
La llave estaba abierta y sus mangas de pijama remangadas, entonces, un pánico se apoderó de mi cuerpo obligándome a actuar sin mucho pensar.

Me posicioné detrás de él, susurrando un ligero shhh en su oído, un estremecimiento lo recorrió seguido por los espasmos que le producía el llanto. Eran movimientos violentos, e involuntarios; mis manos masajearon sus hombros, intentando apaciguarlo, se deslizaron despacio por sus brazos, buscando una herida, y con el miedo de hallar cierto líquido espeso de por medio. 

Pude respirar tranquilo cuando no hallé lo que buscaba. Mi nariz se posó en sus rizos, buscando esa paz que solo con él podía aspirar a encontrar; lo pegué delicadamente tomando su cintura para atraerlo a mi cuerpo, mientras dejaba pequeños besos en su cabecita.
El llanto no cesaba, sin embargo, sabía que el dolor lo hacía gradualmente; por eso quería mantenerme a su lado, brindándole mi calor. 

Cuando lloraba, su nariz parecía una linda taza de porcelana que había sido suavemente rociada con spray palo de rosa, pero que el tono era tan lindo, que no midieron la cantidad y acabó teniendo una tonalidad carmín; su temperatura corporal se volvía fría, por esa razón lo quería entre mis brazos, y a pesar de ello sus mejillas hervían como agua en una olla.
Alguna vez escuché que hay gente que hacía llorar a los niños a propósito porque se veían lindos haciéndolo, me pregunté entonces si acaso mi novio era el bebé que a la vida le gustaba ver llorar. 

Nunca me había planteado lo cruel que realmente podía ser el mundo hasta que esa pregunta surcó mi mente, y se quedó dando vueltas en mi cabeza por un largo rato. Un largo rato en el que me dio tiempo perfecto para lograr fingir que no pasaba nada.

Me senté en la taza del excusado, con las piernas lado a lado del mismo mientras continuaba rodeando la cintura de mi amado; lentamente mis manos bajaron, acariciando sus muslos y deteniéndose cerca de sus rodillas, solo entonces le di un ligero apretón invitándole a sentarse conmigo. Y esa ocasión, ni siquiera lo dudó; caminó despacio los pocos milímetros que lo alejaban de mí y sus piernas estuvieron a la cuenta de nada enroscadas en mi cintura.
Sentí su pecho inhalar profundo, y soltar el aire en un llanto que cada vez se hacía más tembloroso.

Pero llorar estaba bien, porque eso nos ayuda a sacar nuestros sentimientos. Sin el llanto, los sentimientos negativos solo se calan cada vez más profundo hasta matar la esencia que nos convierte en personas; porque a la larga, eso que se queda allí haciendo daño explota, hasta dejarnos vacíos, como cascarones sin alma.  Puede que odiara ver a Innie llorar, pero hubiera odiado más ver cómo se quebraba hasta el punto en el que su cuerpo se convirtiera en un recipiente vacío, en el que dejara de sentir; porque ese no hubiera sido mi mundo, ni mi corazón, mucho menos mi universo, ese no sería mi Innie, porque ni siquiera él mismo, podría jamás compararse con él.

𝐌𝐚𝐤𝐞 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐛𝐞𝐝❜ || 𝐊𝐒𝐌 | 𝐘𝐉𝐈 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora