📜|| 𝐕𝐈𝐄𝐑𝐙𝐄𝐇𝐍

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Insomnio.

Mi novio solía atrasar la hora de dormir lo más que podía; ya fuere con una película, un juego, estando juntos, con mimos o cualquier otra cosa que se le ocurriera.

Un día no pude seguirle el paso, estaba tan cansado que me quedé dormido. Desperté por la madrugada con hambre, puesto que no había ingerido nada como en aproximadamente dieciocho horas, y entonces descubrí dos cosas, él estaba sollozando bajo, y los indicios me indicaban que no había pegado el ojo desde que yo había cerrado los míos.

Fingí dormir para no alterarlo, a estas alturas ya conocía lo que era un ataque y mi corazón sangraba cada vez que él tenía uno, pues apenas y sabía qué hacer. Las sábanas se habían convertido en aquel momento en mis mejores amigas, envolviendo toda esa masa de incertidumbre que me golpeaba como una oleada mientras el sonido de los sollozos se colaba penetrante por mis oídos; deseaba con mi alma, poder acallarlo, pero sabía que tendría que dejarlo fluir.

Innie no se merecía contener dentro ese espectro gris que le comía su sentir, que consumía su felicidad hasta dejarlo seco. Porque era cierto, su llanto me mataba, pero estaba seguro que a él lo liberaba, y mientras más libre pudiera ser, yo me daba por bien servido.

No podría decir que sabía lo que se siente estar atado a cadenas invisibles que te aprisionan cada vez que quieres avanzar, cadenas que te retienen y te jalan dos pasos atrás cuando has avanzado uno adelante; pero si podía decir que mi amado era una persona con una voluntad extremadamente fuerte para seguir adelante, tenía resiliciencia, y determinación.

A eso de las tres, el llanto pareció calmarse.

Mi intención fue aparentar unos minutos después que recién despertaba, sin embargo, él se me adelantó. Entre las sombras, pude sentir cómo en la cama se formaba un peso muerto sobre su lado. Quise tomarlo por la cintura antes de que se levantara, pero me congelé justo en mi lugar.

Si pudiera ponerlo en una palabra, me sentí un cobarde cuando la tenue sombra que alcancé a ver se dirigió entre pasos torpes con dirección al baño y escuché claramente la puerta cerrándose, dejándome afuera una vez más.

Pensé que volvería, que solo había ido a hacer sus necesidades, o quizá a tomar un baño para calmar su malestar. Pero conforme los minutos pasaban, me comenzaba a preocupar cada vez más.

Miré el reloj, conté los segundos que se hicieron eternos mientras con torpeza balanceaba mis pies de la cama al suelo; el piso estaba frío, o quizá no lo estaba, lo único que importaba en ese preciso instante era llegar a la puerta del baño; eran los tres metros más infinitos que había recorrido en mi vida. No sabía que el tiempo podía pesar, y no era un peso que cargaras por un rato, era un peso en el que solo un segundo podía cortarte el aire.

Se me cerraba la garganta con cada paso que daba, pero nada de eso importaba. Solo quería abrir la puerta y asegurarme que él estaba ahí dentro, a salvo del mundo.

Mi mano finalmente se posó en la manija, y una bocanada profunda de aire que entraba a mis pulmones abrió la puerta. Y ahí estaba él, recostado a medias en el piso del baño mientras escuchaba música en su celular; se me escapó un suspiro precedido por una cascada silenciosa de lágrimas al poder respirar con tranquilidad, era un sentimiento abrumador la imagen que entraba por mis corneas.

Innie se da la vuelta ligeramente, aún sin percatarse de mi presencia, se estira demostrando que está cansado; cansado pero demasiado como para poder dormir. Es entonces cuando hago ruido, decido tirar del lavabo una de las cajas protectoras de los cepillos de dientes y me congelo como si hubiera sido un accidente. Él se gira, sonríe a medias notablemente nervioso y nos miramos; le devuelvo la sonrisa y me hago la intención de tomar la palabra, hasta que lo veo abrir la boca y cerrarla rápidamente, de ella sale una risa. Una risa que escucho siempre en mis pensamientos, una que se siente como un beso de brisa, uno que sabe a fresa y se convierte en algo peor que una droga; una bella risa que quiere encantarme y llevarme siempre con ella, es ligera como una sábana de algodón, y sanadora como un aroma a lavanda. Es la risa de la persona que amo, y es el sonido que le da serotonina a mi día a día.

𝐌𝐚𝐤𝐞 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐛𝐞𝐝❜ || 𝐊𝐒𝐌 | 𝐘𝐉𝐈 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora