[EN PAUSA]
Siete vidas. Una maldición. Demasiadas mentiras.
Después del día del cometa de Mystic Falls, Allie despierta sin ningún recuerdo, sin una familia o, siquiera, un hogar; lo único que hay en su memoria es su supuesto nombre, el recuerdo de...
ᴀʟɪᴋɪ ; ʟɪʙʀᴏ ᴜɴᴏ — D A M N A T I O M E M O R I A E —
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capítulo dieciséis dos caras
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Eʟᴠɪᴀᴊᴇᴅᴇ regreso a su apartamento fue más rápido de lo que esperaba. Tras haberse sometido a una enorme presión ante la posibilidad de perder a Damon y Stefan en el incendio, lo único que quería el cuerpo de Allie era llegar a casa y descansar. Sabía que Zach probablemente seguía en la casa de los Gilbert, esperando que Elena llegara para así también volver al apartamento. Y sabía, también, que aquella noche finalmente se habían librado de los problemas al morir todos los vampiros de la tumba.
Sin embargo, lo único en que Allie podía pensar al encontrarse en el solitario pasillo del edificio donde su apartamento se hallaba, era en el vampiro que la acompañaba, que la había traído a su casa y que llevaba el pesado vestido que había usado en el desfile. A su lado, Damon caminaba en silencio, rozando de vez en cuando su brazo con el de Allie; un roce que encendía cada centímetro del cuerpo de la chica de maneras que no había sentido en su vida. Sabía lo que aquello significaba y sabía de la enorme posibilidad de no salir lastimada si lo aceptaba, pero Allie no recordaba –en parte por su inexplicable amnesia– haber sentido algo parecido por alguien.
Abrumada por las sensaciones de su cuerpo, Allie abrió la puerta de su apartamento y se adentró en él, girándose al escuchar un ruido parecido a un gruñido de parte de Damon. Vio que el vampiro, una vez más, había sido detenido por la barrera invisible al no haber sido invitado a entrar todavía.
—Supongo que hasta aquí llego —denotó Damon, retrocediendo y extendiendo la bolsa negra que contenía el vestido.
Allie esbozó una sonrisa, sintiendo una inexplicable adoración al comparar la expresión en el rostro del vampiro con la de un cachorro regañado, para luego recoger la bolsa y dejarla con su mochila en el suelo, a un costado del sofá de la sala de estar.
—Es extraño —comentó Damon de pronto; sus ojos no podían apartarse de la figura de Allie dentro del apartamento, alejada de él gracias a la barrera invisible. La humana se giró al escucharlo, deteniéndose en mitad de la habitación—. Vine a este pueblo intentando destruirlo y, esta noche, me encontré intentando protegerlo... ¿Cómo sucede eso? —inquirió, aunque Allie no respondió al sentirse nuevamente paralizada ante la intensa mirada de Damon—. No soy un héroe, Allie. No hago el bien. No está en mí.
—Tal vez, lo está —respondió Allie.
—No —refutó el vampiro, cruzando sus brazos y apoyando su hombro contra el umbral de la puerta—. No, eso está reservado para mi hermano..., para ti..., para Bonnie. Aunque tenía toda razón para odiarme, aun así, ayudó a Stefan a salvarme... por ti... Lo que significa que en algún momento decidiste que merecía ser salvado.
