xviii. forgiveness

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ᴀʟɪᴋɪ ; ʟɪʙʀᴏ ᴜɴᴏ
— D A M N A T I O   M E M O R I A E —

ᴀʟɪᴋɪ ; ʟɪʙʀᴏ ᴜɴᴏ— D A M N A T I O   M E M O R I A E —

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capítulo dieciocho
perdón

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Uɴ ᴢᴜᴍʙɪᴅᴏ ʟᴀ despertó. Abriendo sus cansados ojos se topó con el techo de la habitación que Bonnie le había prestado. Después de arribar del carnaval a su casa, Bonnie dejó en claro que seguía siendo bienvenida, pero que necesitaría un tiempo para procesar lo de Caroline. Cuando Allie quiso disculparse por haberla detenido de lastimar más a Damon, Bonnie la interrumpió: le dijo que entendía los sentimientos de Allie, pero no sus razones. Ahora, Allie tenía que conformarse con eso para salvar su amistad con la bruja: de las pocas cosas que seguían importándole.

          Estiró la mano hacia la mesa de noche cuando reconoció la vibración de su celular. Todavía, en cada ocasión que veía el pequeño objeto rectangular, recordaba que se trataba de un regalo de Zach, y no podía evitar que un tenue dolor se asentara en su pecho. Sin embargo, en aquel momento lo ignoró. Al leer el nombre de Stefan en la pantalla, contestó con la ronca voz de madrugada:

          —¿Stefan?

          —Estoy afuera de la casa de Bonnie. Sal.

          —¿Qué? ¿Qué sucede? —inquirió, repentinamente alarmada, conforme se sentaba sobre el colchón.

          —Nada malo. Solo... tengo una sorpresa. Sal.

          Y colgó. Allie volvió a observar la pantalla, encontrándose con una de las pocas fotos que se había sacado con Zach y que había colocado la noche anterior, tras acostarse. En la imagen, tomada por Stefan, Allie posaba con una enorme sonrisa mientras sujetaba un cucharón de algo que estaba cocinando. A su lado, Zach la miraba sonriendo, casi de la misma forma. Recordaba que Zach se había dado cuenta de la fotografía sólo después de haber sido tomada, por lo que su mirada –que se podría describir como orgullosa– era genuina. Allie había comenzado a pensar desde semanas atrás que sólo un padre podría mirar a su hija de esa forma.

          Desperezándose, Allie se levantó y se cambió. Por fortuna, la habitación de huéspedes de la casa Bennett se hallaba en el primer piso, por lo que fue sencillo para Allie salir sin ser escuchada. Al estar fuera, reconoció el coche rojo de Stefan.

          —¿Qué hora es? —preguntó la chica en cuanto se subió.

          —Casi amanece.

          Allie quiso preguntar de qué se trataba la sorpresa, pero optó por permanecer callada, observando el paisaje a través de la ventana. Poco a poco, reconoció que se acercaban al carnaval. Cuando llegaron, Allie bajó del coche y siguió a Stefan, mirando en todas las direcciones para comprobar que no hubiera gente.

Damnatio memoriae | Aliki #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora