Capítulo II: Frank es especial

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Llegué a casa con el pelinegro en brazos, lo dejé con sumo cuidado en el sofá. Cogí un par de mantas y envolví su cuerpo, froté con mis palmas sus brazos esperando que entrara en calor.

— ¿Estás mejor? — pregunté dejando ahora mis manos reposar sobre sus rodillas, tan solo sonrió, lo tomé como un ""

— ¿Cómo te llamas? — dije apartando el flequillo de su rostro.

El joven asintió.

Lo miré unos segundos sin entender.

Creo recordar que le había preguntado el nombre.

El joven cogió mi mano entre las suyas frotando como lo había hecho yo segundos antes.
Toqué mi mano, era cierto, estaba fría.
El chico acercó mis nudillos a su rostro y acarició su propia mejilla con ellos.

Reí.
Debería ser ilegal ser tan tierno, pero a la vez pensé que los chicos normales de su edad no hacían cosas así. Supuse que aquél sujeto era a su manera "especial".

Quizás estaba enfermo de algo...o se drogaba como Bob.

Lo miré cariñosamente y finalmente acaricié por mi cuenta su mejilla, me regaló una tímida media sonrisa. Después de eso se levantó, su mirada se volvió seria, se sentó en el suelo y me miró.
Me limité a observarlo también.

El menor gateó por el suelo recorriendo el pasillo de madera hasta la puerta de mi habitación y viendo que estaba cerrada dió un golpe...con su cabeza.

— ¡Oyee! — grité corriendo hasta donde él estaba, recogiendo una de las mantas que le había caído por el camino. — ¿Te has hecho daño? — pregunté pasando mis dedos por el lado derecho de su frente, justo donde se había golpeado voluntariamente.

Negó y suspiré aliviado.

De alguna manera sentía que era responsable de su bienestar.

Abrí la puerta dejandolo pasar. El avellana entró y empezó a mirar por todos lados, buscando algo.

— ¿Que buscas? — murmuré haciendo una expresión interrogativa.
Él se giró y me miró un momento antes de empezar a rebuscar entre mis CDs.

— Oye deja eso por favor... — susurré viendo como tiraba todo por el suelo. Me acerqué rápido recogiendo toda la maldita discografía de Green Day que ahora quedaba tirada por todo el parqué.

Iba apilando los álbumes por orden cronológico y llegando a Nimrod un CD desconocido apareció en la cima del montón, cortesía de mi nuevo "amigo".

— ¿Frank Sinatra? — leí en la portada del álbum.
El chico asintió feliz.

— ¿Te gusta?¿Quieres escucharlo? — pregunté devolviendo una sincera sonrisa.
Él pelinegro negó con un fingido enfadado. Su mano enredó sus dedos en la mía, lo miré sorprendido. Dirigió nuestras manos hasta su pecho y luego al álbum de nuevo.

Medité unos instantes.

— ¡Ah!¿Que te llamas Frank? — casi grité de la emocion de haber adivinado su acertijo mientras él asentía efusivamente.

— Te llamas Frank... — murmuré para mi mismo bajando la mirada hasta el CD de nuevo.

— Frank. — dijo con una risilla. Mis ojos chocaron con los suyos, ambos bastante sorprendidos y emocionadoa a la vez.

— ¡No eres mudo! — grité mostrando mis dientes, quería abrazarlo en aquél bendito momento pero me contuve, eso sería demasiado raro.

— No. — dijo. Tenía un accento extraño, pero me gustaba, su voz era ruda pero infantil a la vez, cambiaba de tono en cada letra. Era como una sinfonía de música clásica, sí, esa sería la descripción idónea.

My Kittie Frankie -frerard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora