Capítulo VI: Mikey ha vuelto

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Un fuerte ruido me había despertado, el sol hacía horas que brillaba alto y aún sentía mis párpados pesados. Abrí los ojos y un vago bostezo me hizo cerrarlos de nuevo.
Miré a mi izquierda para ver a Frank plácidamente dormido, tan solo la mitad de su cuerpo estaba cubierto por la manta. Su blanca espalda brillaba bajo los rayos de luz, rozando también levemente su rostro. Unos rebeldes mechones caían sutilmente por su mejilla y en sus labios lucía una leve sonrisa.
Bajé de la cama sin hacer ningún ruido para no despertarlo. Me paseé frente al espejo viendo que solo llevaba la ropa interior puesta, sin darle importancia salí de la habitación, cerrando la puerta detrás.
Caminé por el pasillo aún estirando los brazos levemente adormecidos hasta llegar al salón.

Abrí los ojos como platos al ver a mi hermano sentado en el sofá, mirándome ahora.

— ¡Mikey! — grité en un susurró corriendo para abrazarlo. Sus brazos rodearon mi cuerpo de igual manera y nos separamos pronto.
Realmente le había echado de menos.

— ¿Cómo va todo? Veo que no has quemado la casa. — rió haciendo un despreocupado gesto con la mano.

— No, todo va bien por aquí. — me encogí de hombros, pensando en como le contaría todo a mi hermano.

— No estás solo, ¿Verdad? — levantó una ceja analizandome de arriba abajo sonriente.

— Oh...ya...no...— reí nervioso pasando los dedos por mi pelo.

— ¿Es Lynz? — preguntó caminando hasta la cocina, yo le seguí.

— Ya no... Estoy saliendo con alguien. — dije preparando la cafetera con la mezcla favorita de ambos.

— ¿Cómo se llama? — susurró estirando los brazos para coger un par de tazas del armario de arriba.

— Frank. — contesté y paró en seco. Dejó las tazas y se giró para verme.

— ¿Frank eh? — rió y yo rodeé los ojos acabando de preparar los cafés.

— Si... Verás, tengo mucho que contarte. — dije llevando los cafés a la mesa junto al cartón de leche.

Mikey asintió y se sentó, dió un largo sorbo a su taza mientras me miraba atento.

— Te escucho, vamos, se nota que necesitas hablar, y para algo estoy. — murmuró acomodándose en la silla. Yo me senté en frente y medité mis palabras.

— Frank... Él... Vive aquí, no tenía a donde ir, y no iba a dejarlo tirado en la calle, espero no te importe. — expliqué bebiendo de mi café.
No le contaría toda la verdad a Mikey, ya que no lo creería y además si Frank va a ser humano para siempre, su mutación no es un hecho relevante.

— Claro que no, mi casa es tu casa... Y la de quien te traigas. — sonrió cruzando ahora sus brazos por encima de la mesa.

— Gracias, pero necesito mudarme...No es que esté mal aquí, pero he cruzado los veinte hace bastante y creo que ya es el momento... — dije moviendo mis manos con cada palabra, dándole más dramatismo a toda la escena.

— ¿Pero...? — hizó una divertida mueca y reí.

— Pero no tengo trabajo, sé que hacer tiempo querías darme uno en tu empresa y yo dije que no...

— ¡Claro! Necesitamos personal y tu serás perfecto, siempre he querido trabajar contigo. — bebió más de su café.
Mikey se veía cansado, aunque tratara de seguir el ritmo de la conversación sus ojos parecían cerrarse por momentos.

— Gracias, no se que haría sin ti. — suspiré aliviado.

— Morir de hambre sin duda... — dijo levantándose y cogiendo las facturas de la encimera para dejarlas en la mesa frente a mí.

My Kittie Frankie -frerard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora