Capítulo VII: Malditos celos

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Era un día horrible y más para embarcar, subíamos lentamente por la dichosa pasarela al barco y llovía a cántaros. Frank llevaba toda la mañana de mal humor y no dejaba ni que le cogiese la mano. Arrastrando detrás las maletas y con las capuchas puestas finalmente entramos al interior. El barco tendría fácil 4 o 5 plantas, nos encontrabamos en la segunda, justo frente la sonriente chica de recepción.

— ¿Me permite sus entradas? — preguntó y yo reaccioné después de que el menor me diera un codazo. Yo estaba en las nubes, contemplando la perfección de aquél interior color oro, y es que se notaba que era un crucero de lujo.

Entregué las entradas y nos dieron la llave del camarote junto a un pin en el que se podía leer el número 499.

Planta 4.

Entramos al ascensor y en poco las puestas se abrieron, seguí por el pasillo contando cada número hasta llegar a la última puerta.

Tragué saliva y miré a Frank quien veía la placa dorada con los mismos negros dígitos que yo.

"499 - suite presidencial."

— ¿Presidencial?¿En donde trabaja tu hermano? — escuché preguntar mientras metía la llave en la cerradura.

— Es...Presidente, supongo. — reí.

— ¿No sabes en que puesto trabaja? — preguntó incrédulo y yo negué, abriendo la habitación finalmente.

Dentro nos encontramos con un amplio salón, con equipo de música, televisión, sofá y dos puertas más al final. Dejé la maleta al lado de la de Frank y caminé hasta la puerta de la izquierda, encontrándome con un amplio dormitorio, con una cama de sábanas rojas. Me acerqué hasta la mesita de noche donde yacía un cubo de color metálico con hielo y champán dentro. Admiré las copas y probé uno de los bombones que había al lado. Me senté en la cama y acaricié el terciopelo color sangre, cerrando mis ojos ante el tacto y disfrutando del sabor del chocolate.

— ¿Frank? — pregunté saliendo de la habitación.

— En el baño. — respondió y me dirigí allí.
Frank se encontraba mirandose en el gigantesco espejo. Miré el baño, al fondo había una bañera fácil para cuatro personas, una pícara sonrisa apareció en mi rostro ante el pensamiento de las cosas que podríamos hacer allí dentro.

— Esto es impresionante... — murmuré sin dejar de mirar impaciente a todas partes.
Frank asintió abrazándome por la cintura.

— Creo que amo a tu hermano. — rió mirándome. Acerqué mi boca a la suya y arqueé una ceja.

— ¿Ah si?¿Más que a mi? — pregunté y Frank meditó unos instantes.

— Quizás... — se mordió el labio travieso y yo reí.

— ¿Quizás? — insistí rozando su nariz con la mía.

La rabia me reventaba desde dentro, malditos celos.

— Es broma. — dijo besandome con fuerza, arrastrando mi cansado cuerpo hasta la encimera del baño. Lo cogí por la cadera y subí para que se sentará allí, me acomodé entre sus piernas besando ahora su cuello.

— Quiero cenar... — murmuró haciendo que parara lo que estaba haciendo.

— Yo quiero cenarte a ti. — respondí haciendo un puchero y Frank rió imitandome.

— Dejame como postre... — murmuró besando mis labios una vez más antes de bajarse y volver al salón.
Yo bufé y lo seguí.

— Voy a ponerme algo más elegante... — susurré para mi mismo y cogí la ropa para meterme luego en el baño. Escuché a Frank abrir y cerrar maletas, supuse que estaba cogiendo su ropa también.

My Kittie Frankie -frerard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora