Capítulo 9

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Luego de aquella declaración, Batman y Superman se miraron sin saber qué decir. Después de escuchar lo que Cyborg sabía sobre ese hombre, no estaban muy convencidos de que fuera una buena opción, ni siquiera pensaban que tuviera buenas intenciones.

A veces, todavía lo veían como el inocente niño de diez años que entró a la Liga sin saber a lo que se enfrentarían, pero que estaba más que dispuesto a ayudar.

—No. —fue todo lo que dijo Batman y se retiró para seguir piloteando el jet. Superman se disculpó con él y fue a discutir con el murciélago.

Shazam no estaba seguro de que decir eso fuera tan buena idea, sabía que no eran tontos, ya debían haber deducido el tipo de relación que tenían, o que intentaban tener.

No debí haber dicho nada...


ϟ ϟ ϟ


Superman habló con él de camino a Estados Unidos y le aconsejó pensar bien en sus sentimientos, intentó no meterse mucho en el asunto pues no conocía a Adam y no estaba del todo seguro de las intenciones de este hacia Billy.

El joven, intentado pedir consejo, le habló sobre cómo se había sentido, revelando algunos detalles de la relación que habían estado sosteniendo.

El hombre de acero era realmente bueno para las pláticas, le dijo que si estaba seguro de los sentimientos de Adam por él, solo debía aclarar los suyos hacia él, pero debía pensar muy bien el hecho de mudarse a Kahndaq, pensaba que debían conocerse mejor antes de algo como eso. 

Billy pensó en aquello y ahora se sentía inseguro, ni siquiera sabía qué eran.

No entendía para nada su relación y parecía que nadie podía ayudarlo.

Incluso en la escuela, cuando habló con sus amigos el asunto de si era realmente una relación, ninguno de los dos supo decirle algo, pues tampoco habían tenido una relación amorosa de ese tipo. Sin embargo, le prometieron buenos regalos si llegaba a casarse y eso hizo sentir mejor a Billy, sacándole una risa. Al menos siempre podía contar con ellos.

Cuando se encontraba camino a su apartamento, fuera del edificio, Billy vio a la señora Mason con unas bolsas, así que fue a ayudarla.

—Oh, gracias hijo, pensé que sería más fácil llevarlas en la mano que en el carrito así que no lo traje. —comentó mientras subían las escaleras, Billy iba detrás de ella, para asegurarse de que no fuera a caer.

—No se preocupe, pero debería considerar el carrito —llegaron al apartamento de la mujer y Billy dejó las bolsas sobre la mesa, observando que el contenido de estas era para decorar proyectos manuales—. ¿Va a hacer algo? —preguntó algo curioso, la anciana volteó y sonrió.

—Sí, quería hacer un nuevo álbum de fotos, las he estado guardando desde hace seis años, aquí —sacó una caja en la estantería y la colocó sobre la mesa—. Aunque, con mi artritis, me preguntó si podré... —mencionó algo triste, mirando sus manos, probablemente recordando mejores tiempos.

Billy miró a la señora Mason y entendió que hacer aquel álbum era algo importante para ella.

—Puedo ayudarla, si quiere.

—Gracias. —sonrió la anciana.


...


Como no terminaron esa noche, Billy prometió volver a ayudarla al día siguiente después de clases, aunque la señora insistió en que terminaría antes de que regresara, pero al joven no le importaba, con tal de ver más de esas imágenes que le traían tantos recuerdos.

Varias fotos que la señora Mason tenía eran de cuando Billy llegó, desde hace ya algunos años. Había de algunos otros vecinos cuando hacían fiestas, el evento de estrellas fugaces, navidades, también tomó fotos de Freddy y Mary de las veces que fueron a visitarlo, incluso de algunos miembros de la Liga de la Justicia, con sus verdaderas identidades, claro.

No se había percatado de que la anciana cargara con una cámara, tomaba tan discretamente las fotos que nunca lo notó, lo asustó y le pareció divertido a la vez. Estaba ansioso por volver a ver más fotos.

Así que ese día salió temprano e la escuela.

Cuando llegó al edificio, casi subió corriendo las escaleras hasta llegar al piso en que vivían ambos. Al estar frente a la puerta de la señora Mason, tocó como siempre hacía.

Pasaron dos minutos y no obtuvo respuesta.

Esto le pareció raro, pesó que tal vez salió pero lo dudaba, el día anterior había salido de compras y ella nunca olvidaba nada.

Intentó llamarla, pero nada, no salía.

No creía que hubiera salido, le avisó que vendría y, con lo atenta que era, sabía que no lo dejaría esperando. Recordó que siempre al salir, la mujer dejaba bajo la alfombra su llave, porque le daba miedo perderla cuando iba al exterior, Billy revisó y, para su consternación, no había nada.

Ahora sí se preocupó, por lo que siguió insistiendo.

Al final, no le dejó de otra más que forzar la puerta, al entrar, todo parecía normal. Había un poco de desorden debido al trabajo que estuvo realizando y ese extraño olor a caramelos de menta que siempre estaba en el apartamento.

Llegó hasta la sala de estas y, ahí, encontró a la anciana en su sofá, parecía dormir y el álbum estaba terminado sobre la mesita de enfrente. 

La sacudió un poco pero la mujer no respondió.

—¿Señora Mason? —la llamó, temiendo, que ya no le contestaría.


...


El médico le dijo que había sido una falla cardiaca, no había nada que hacer, fue una muerte natural.

Esa noche no durmió y al día siguiente se levantó desaminado. No fue a la escuela y en la tarde fue al funeral de la amable señora que cuidó de él por seis años, no pudo evitar todas las lágrimas que se escaparon de sus ojos.

Fueron sus amigos y algunos vecinos que eran amigos de ella, pero ningún familiar apareció, aunque tal vez fuera para mejor, los hubiera golpeado por abandonarla.

Cuando regresó, ya estaban recogiendo las cosas de la señora Mason y uno de los hombres le dejó quedarse con el álbum de fotos.

Mientras afuera hacía un lindo día, soleado, con brisa fresca, Billy sentía todo lo contrario en su interior. Se sentía vacío, pero estaba triste, sentía arrepentimiento, pero no había hecho nada que lamentase.

Solo la extrañaba.

Al abrir la puerta de su apartamento, dejó el álbum sobre la mesa y se quedó viendo la ventana, siendo que se ahogaba en sus propios sentimientos. No pasó mucho hasta escuchar esa familiar voz.

—¿Te encuentras bien? 

Billy alejó la vista de la ventana y la posó en Adam, estaba en su forma mortal, vistiendo ropa un poco más actual. Sin poder contenerse, el chico corrió y abrazó al hombre, mientras soltaba más lagrimas y sollozaba.

Adam no entendía bien lo que sucedía, pero conocía esas lágrimas de dolor. Una pérdida.

Lo abrazó con fuerza, haciéndole saber que nunca lo dejaría ir.

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Siento que este quedó muy corto... Bueno, perdón la tardanza, mucha tarea.

Gracias por leer.

Hasta luego :3

Decisiones (Black Adam x Billy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora