Capítulo 11

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Aterrizaron frente a una cueva cerca de la punta de la montaña, ahí, los esperaban Batman y John Constantine, quienes entablaban una conversación que parecía que llegaría a los puños en cualquier momento.

—Al fin llegan. —dijo con fastidio el hechicero al escucharlos, se dio la vuelta y tiró su cigarro, Superman le dio una mirada desaprobatoria por esa acción, pero no dijo nada.

—¿Qué sucedió? —preguntó Billy algo desorientado.

—¿Y este niño? Dijiste que traerías al tipo que se enfrentó al idiota ese. —se quejó Constantine, sacando otro cigarro.

—Es él. —dijo Batman, arrebatándole el cigarro al hechicero y guardándolo en su cinturón.

—¡¿Qué? ¿En serio?! —preguntó con notorio asombro—. ¿Cuántos años tienes, ocho?

—Dieciséis. —replicó el chico, primero lo sacaban de su escuela y ahora tenía que soportar a ese tipo.

Superman se puso en medio de ambos.

—Dejando eso de lado... Billy, el doctor Sivana volvió y parece que tiene nuevos compañeros. —comenzó a explicar.

—Son unos muy particulares si me lo preguntan —continuó Constantine con molestia—. Estamos hablando de unos malditos demonios de otra dimensión, no tengo idea de dónde los sacó pero será difícil matarlos. Aunque ahora el problema sería pasar, derribé algunas de las barreras mágicas que hay dentro de la cueva —apuntó detrás suya—, pero la última es de un tipo especial, que parece, es vulnerable al rayo.

—Tienen un rehén. —agregó Batman, entonces Billy entendió el porqué era tan urgente, se sintió algo culpable por ser tan egoísta momentos atrás, pero ahora que estaba ahí, haría todo lo posible por ayudar.

—Bien —murmuró para sí mismo, se alejó un poco de los demás y suspiró—. ¡Shazam!

Luego de transformarse, el héroe de capa blanca entró en la cueva y derribó con un puño cargado de rayos la pared.

Mientras las rocas caían, se fue revelando un camino de rocas de cristal negro, como minerales. Los tres adultos se acercaron y observaron lo que aparecía ante ellos.

—Mierda. —susurró el hechicero, asombrado por lo que veía, pero no era el único, también los tres héroes de la Liga miraban incrédulos el paisaje.

Una luz celeste iluminaba todo el lugar, había millones de caminos de cristales negros, no sabían dónde estaba el fondo o dónde estaba el techo, parecía infinito.

El primero en entrar fue Batman, luego Superman, después Constantine y al final Shazam.

Los cuatro caminaron sin decir mucho, sólo algunos comentarios sobre a dónde dirigirse y al final, terminaron siguiendo al murciélago.

Bajaban, subían, iban recto, retrocedían, estuvieron caminando por lo que parecían horas y sentían que no avanzaban. Finalmente, el hechicero perdió la paciencia.

—Creo que seré el primero en decir que, ¡estamos caminando en círculos! —se quejó, deteniéndose y pateando un cristal suelto, que cayó pero no sé escuchó si llegó a chocar con algo. Los otros también se detuvieron.

—Sabemos cómo regresar, así que no te quejes. —replicó Batman sin siquiera dirigirle la mirada.

—Debe haber algún modo de encontrar al doctor Sivana. —comentó el más joven, los adultos lo miraron y después todas las miradas se dirigieron al murciélago, en busca de una respuesta.

Batman solo rodó los ojos y gruñó, reanudando la marcha.

—Logré ponerle un rastreador antes de que escapara —informó, moviendo algo en la pequeña pantalla que tenían en su guante izquierdo—. Desgraciadamente, esta dimensión interfiere mucho en la señal, puede que tardemos un poco en ubicarlo.

Decisiones (Black Adam x Billy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora