TE EXTRAÑO TANTO

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EL INICIO V

*Versión única de Paulina*
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   De camino al aeropuerto traté de olvidarlo pero en el avión miraba por la ventana y recordaba los pocos y mágicos momentos que pasé con él y no entendía por qué me pasaba esto, yo solo fui por motivos familiares y terminé enamorándome de la persona menos indicada para mí. O sea, estaba a miles de miles de kilómetros de distancia. Todo el camino fue un vacío total. Alejo...Alejo...era lo único que posaba en mi mente.

   Al llegar a México me sentí tan feliz de volver a estar en mi tierra querida. Nos dirigimos corriendo a casa para volver a ver a todos. Cuando llegamos, nos estaban esperando en la florería; al ver a mis hermanos corrí hacia ellos y nos abrazamos. Después de saludarnos y charlar un poco fuimos a cenar; esa noche Delia había preparado uno de mis platillos favoritos. Camarones. Mi debilidad. Al rato todo volvió, otra vez esos pensamientos que no se iban de mi cabeza y me hacían sentir un hueco en el estómago y un vacío en el corazón. Elena, mi hermana, notó mi cambio y se acercó disimuladamente.

-Elena- Oye Paulina, ¿estás bien?

-Paulina- Sí Elenita, es que el viaje fue muy pesado. No te preocupes. Todo está bien.

   Llorar. Lo único que quería era llorar y correr a España. Correr a sus brazos. Su boca. Su aroma. Pero no podía. De qué me serviría volver si no iba a funcionar, era obvio. Solo quedaba resignarme. Alejo, nunca te olvidaré.

   Decidí ir a mi habitación y tomar un baño. Cuando entré al baño no pude evitar y comencé a llorar, no entendía nada, yo nunca era tan fácil de lastimar, o en este caso de enamorar, ¿qué me pasaba? ¿en tan poco tiempo me enamoré? ¿me había obsesionado? No tenía respuestas a las miles de preguntas que me hacía. Me sentía como una tonta llorando por alguien que de seguro ya me había olvidado hace horas, tenía que seguir con mi vida como siempre. Tomé una ducha, me cambié y me puse a ver una película en mi cama cuando alguien tocó la puerta...

-Elena- Paulina, soy yo. Voy a pasar.

-Paulina- ¿Qué pasa?

-Elena- Pau, no te vi bien ahora en la mesa. Algo tienes, lo sé. Cuéntame.

-Paulina- ¿Qué me va a pasar?
-Elena- Paulina, te conozco. ¿Qué tienes?

-Paulina- Que me enamoré Elena, me enamoré de alguien que no debía. [Gritando y llorando]

-Elena- Pero...Pau... Paulina.

-Paulina- ¡¿Pero qué, Elena?! ¡¿Qué!?

-Elena- Pues que no lo creo, Paulina. Mi hermana...la que nunca tiene tiempo para ella, sólo para los demás y sus problemas. La que dice que en su vida sólo existe espacio para el trabajo. ¿Estamos hablando de la misma persona?

-Paulina- Sí, de ella. La estúpida que se enamoró y precisamente allá, en España.

-Elena- Deja de llorar, por favor, Pau. [Limpiando mis lágrimas] Enamorarse no es malo, me pasa muy seguido.

-Paulina- Ay Elena, por favor. [Siendo sarcástica] Eso es una rutina en tu vida pero en la mía no.

-Elena- Tampoco es tan seguido pero bueno, cuéntame ¿Cómo era él? Porque para dejarte así debió ser un bombón.

-Paulina- ¡Elena!

-Elena- Estoy bromeando. [Risas]

-Paulina- Bueno... él...él era especial. Tenía unos ojos brillantes, una hermosa sonrisa, cabello castaño, alto y lo que más me gustaba es que me hacía sentir diferente y segura cuando estaba junto a él.

-Elena- Ya me enamoré, suena perfecto ¿Cómo se llama?

-Paulina- Alejo.

-Elena- Ahhh [Suspirando] hasta su nombre es perfecto.

-Paulina- Él era perfecto. Si lo conocieras me lo quitas Elena, te lo juro.

-Elena- Ay Paulina, cómo crees. Soy tu hermana.

-Paulina- Por eso, te conozco.

-Elena- Bueno sí, pero no lo haré. Te lo juro.

-Paulina- Ni te preocupes, ni lo conocerás. Debo olvidarlo. Sabes qué, me siento muy cansada, ¿me acompañas mañana a conseguir unas dalias? Son para unos arreglos que tiene que hacer mi mamá.

-Elena- Si, mañana vamos. Que duermas bien. [saliendo del cuarto preocupada]

   Al estar sola en mi cuarto, aunque suene estúpido podía sentir su brazo sobre mi cintura y su respiración sobre mi cuello, como en esas tardes lluviosas que me tomaba por detrás y me pegaba a él para no mojarme.

   En la oscuridad de mi cuarto sentía su presencia pero sabía que solo era mi corazón manifestándose a través de mi imaginación. Lo único que yo quería era estar a su lado, poder sentirlo, besarlo, olerlo y abrazarlo, lo único que quería era tenerlo cerca. Él estaba en España y yo en México pero solo porque yo quise, si no, él estuviese justo acá conmigo. Estábamos tan cerca pero tan lejos como enero y diciembre.

2:00 a.m. CDMX 9:00 a.m Esp.

   Era de madrugada en México. No podía dormir. El sólo pensar que allá en España era de mañana me ponía sentimental. A ésta misma hora recorría las enormes calles españolas para llegar a aquel lugar donde todo comenzó. Joder. Te extraño tanto, Alejo.

   El tiempo pasó. Mi mente se cansó de tanto pensar, mi corazón se agotó de lamentar y mi cuerpo se desvaneció entre tanto dolor hasta quedar dormida.

𝑴𝒊 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒅𝒆𝒔𝒅𝒆 𝒐𝒕𝒓𝒂 𝒑𝒆𝒓𝒔𝒑𝒆𝒄𝒕𝒊𝒗𝒂 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora