Desperté al sentir unas manos tocando mi muñeca rota. Abrí los ojos y me encontré con el rostro enojado de Alex. Sus labios estaban cerrados en una línea fina y tenía el ceño fruncido. Vendaba mi muñeca con suavidad, pero apretando.
Cuando me vio despierta, se obligó a sonreír.
-¿Qué tal se encuentra, Luna?- me preguntó.
-Bien.
El beta terminó de trabajar en mi muñeca y se levantó de la cama, dejándome espacio para sentarme. Los recuerdos de la noche anterior me asaltaron y me abracé el cuerpo cuando me recorrió el frío. Sus ojos no eran humanos, era un monstruo.
-Alex, ¿dónde está Roman?
-Ha salido, tenía cosas que hacer.
Suspiré, no sé si de alivio o de pesar.
-Escuche, Luna. El Alpha no es mala persona, simplemente le puede todo esto. Él desde un principio no quiso ser el Alpha. Y cree que tiene que cuidar de todo el mundo, de usted, y se olvida de si mismo. El Alpha no es como le vio ayer por la noche.
-Vale.
Alex me trajo el desayuno y luego me dejó sola, pensativa. Me senté en el alféizar de la ventana, con la taza de café caliente entre las manos y observé el cielo.
Mi hermano estaba ahí arriba, en algún lugar. Pero no estaba buscándome. Él había dejado de quererme a su alrededor desde que murieron mis padres, se había vuelto arisco y despectivo conmigo.
Observé mi muñeca vendada y mi brazo con moratones y una lágrima se deslizó por mi mejilla. Me levanté y me miré en el espejo. Mi rostro estaba pálido y ceniciento, mis brazos vendados y con moratones. Él me había hecho daño.
-Dalía.- me llamó su voz. Me lancé hacia la puerta y la bloqueé con mi cuerpo.- ¿Puedo pasar?
No le contesté y recé por que se fuese.
-Yo...solo quiero decirte que lo siento... Nunca te haría algo así. Solo quiero que lo entiendas, no hace falta que me perdones. Quiero hablar contigo.- insistió.
Abrí un poco la puerta, recelosa y miré sus ojos por la rendija abierta. Roman me miró de arriba abajo y apretó la mandíbula al verme en ese estado.
-¿Qué quieres?- le pregunté mordaz.
-Hablar.
Tras pensar durante unos momentos, abrí la puerta y le dejé entrar. Me senté en la cama, lo más lejos posible de él.
-Dalía, lo siento, de verdad que lo siento. No sé como pude hacer eso, no era yo.- se intentó disculpar.- Es solo que te quiero tanto que... no puedo soportar que estés con nadie más. ¿Puedes perdonarme?
Le miré. Su rostro estaba tenso y sus ojos denotaban arrepentimiento. No podía enfadarme con él, lo era todo para mí.
-Puedo entender que no quieras hablarme, pero asiente para que pueda saber que me entiendes, por favor.- suplicó ante mi silencio.
Suspirando, desenvolví el abrazo de mi cuerpo y me apoyé con las manos en la cama. Apoyé la frente contra la suya y fijé mi mirada en sus ojos del color de la miel.
Le trasmití mi miedo, mi dolor, mi sufrimiento, mi amor, todos mis sentimientos desde que nos conocimos hasta la noche anterior. Todo lo que yo sentí se lo trasmití el forma de imágenes a su mente.
Cuando la recogida de imágenes terminó, Roman se quedó tieso, mirando mis ojos. Lentamente, acercó su boca a la mía, pero yo desconfié y me eché hacia atrás levemente.
-Por favor, solo uno.- susurró contra mi boca.
Tragué saliva cuando sus labios se acercaron a los míos y los rozaron como una pluma. El lobo rozó sus labios sobre los míos con una suavidad cada vez más apremiante, mientras mi sangre hervía de deseo en mis venas.
Le quería, no podía decirle que no, pero no podría soportar todos los días lo mismo de la noche anterior. Las lágrimas afloraron de nuevo a mis ojos, cayendo por mi rostro en silencio. Roman se separó de mi boca.
-¿Estás llorando?- susurró, alarmado, mientras desliza las manos por mis mejillas. Me aparto de él hacia atrás.- Maldita sea.- gruñe entre dientes.- no llores, por favor. Lo siento, Dalía.- cogió mi rostro entre sus manos.-Lo siento, perdóname.
Asentí.
-¿Vas a perdonarme?- me preguntó, aliviado.
-No he dicho eso.
-¿Me quieres?
-Esa es una pregunta difícil de contestar dado lo que ha pasado.
-Dalía...
-¡No me queda nada! Mis padres están muertos, a mi hermano mayor no le importo, el rey me ha arrancado las alas para que no pueda volver a casa y ahora tú... tú, que eras lo único que me quedaba en el mundo para vivir, también me haces daño. No lo comprendo, ¿para qué estoy aquí, para sufrir?- le grité.
Roman se quedó mudo mirando mi rostro empapado en lágrimas, mientras los sollozos me dolían en el pecho. Sentí sus manos acunar mi rostro e hizo que alzase la mirada. Sus ojos eran del color de la miel, en vez de negros como la noche anterior.
-Todo en mí, tanto mi cuerpo como mi alma, es tuyo, desde el momento en que te vi en la pradera la noche de luna llena. Te quiero, tanto que me duele el estar cerca de ti sin tocarte a cada segundo. Quiero oírte decir mi nombre una y otra vez, quiero que confíes en mí, que me ames. Yo lo hago, ¿no es eso suficiente para que sigas aquí conmigo?
Asentí. A pesar del dolor en mi brazo, el de mi corazón se había curado con sus dulces palabras.
Roman cerró los ojos y deslizó sus labios contra los míos. Me agarré a su cuello, tirando de él más cerca, pero el lobo perdió el equilibrio y cayó contra mi cuerpo, haciendo que me tumbase de espaldas, con su duro peso encima. Roman bajó con la boca por mi cuello en un reguero de besos que me hiceron gemir. Le oí gruñir contra mi oído y eso hace que se me pongan los pelos de punta. Roman muerde suavemente el lóbulo de mi oreja y se me escapa un grito, mientras me arqueo contra su cuerpo. Las manos del lobo se deslizan por mi cuerpo, apenas cubierto por una camiseta fina y me atraen contra él. Gime cuando nuestros cuerpos se unen allí donde no deberían.
Alza la cabeza, y veo sus ojos nublados de deseo, que hace que se me revuelva el pecho. Su respiración está tan acelerada como la mía y sé que no quiere parar.
-¿Entonces?- susurra.
-De acuerdo.- le digo. Me rindo: y lo digo.- Te amo, Roman.
Hola!!!
Bueno, el anterior capítulo recibió los votos y comentarios muy rápido y, tal y como prometí, aquí os traigo el nuevo.
Besos, y ya sabéis. Si votais y comentais me haríais muy feliz.
Pd: Alguien sabe hacer book trailers? Si es así explicadme cómo se hace, porfa, yo soy muy negada para esto. También me vale si conocéis a alguien que sepa,
Xao ;)
Votos 6
Comentarios 5
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Fallen Angel
FantasiaDescubrí por las malas que los ángeles no eran seres bondadosos como se dice en los libros, no tiene aureola, ni visten todos de blanco como santos. Es más, a veces pueden ser peores que los demonios. ¿Qué como sé yo eso? Porque soy uno de ellos. Él...