Capítulo 13 - Rechazo y aceptación.

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Nueva York

2 de abril del 2019


El aroma del incienso y la música de estilo bossa nova nos reciben a Danna y a mí al ingresar a Sakura, son características infaltables del establecimiento.

Este es otro espacio que me recuerda a él y a su gracioso desagrado por el sushi; con el transcurso de las semanas he ido resignándome a rememorarlo por tramos cortos de mi día a día.

La aceptación de que existió, es la única alternativa viable para superarlo o tendría que quemar en su totalidad la superficie de la ciudad de Nueva York para evitar encontrarme con una localidad, película, comida u otro elemento que me recuerde a él.

Sin pretenderlo, se encargó de marcar mi vida de un modo abismal.

Caminamos a nuestro lugar habitual, en la esquina derecha al fondo del salón, es una mesa baja tradicional japonesa rodeada por alfombras y almohadones que funcionan como asientos.

Ambas nos descalzamos y tomamos asiento una frente a la otra.

—Hoy hablaré con Rick, rechazaré su propuesta —comunico a la morena.

—¡¿Qué?! —grita y los comensales voltean a vernos disgustados.

—Cállate o nos terminarán sacando a patadas —expongo con la cabeza gacha.

—¿Por qué le dirás que no a don Ideas Locas? —cuestiona sobresaltada.

Ruedo los ojos; hemos hablado este asunto miles de veces.

—No quiero ser la Editora en Jefe, es demasiada responsabilidad y no estoy preparada para ello —enfatizo mordaz.

—Claro que lo estás, necia —rebate enfadada.

—Falso, conoces a la perfección el proceso que estoy transitando, debo encausarme, apenas estoy dando pequeñas pisadas, reconociendo y adaptándome a mi cotidianidad.

—Te equivocas, estás permitiendo que una persona ausente te condicione y limite tus capacidades —refuta con suficiencia.

Resoplo, y Liz, la mesonera que siempre nos atiende, se acerca con su anotador.

—Hola, chicas, ¿cuéntenme, variarán el menú? —consulta animada.

—Sí, es bueno arriesgarse y probar un gusto distinto de vez en cuando —contesta Danna lanzando su indirecta bastante directa—. Quiero ocho roll Brooklyn y ocho nagiris, por favor —solicita con una sonrisa forzosa.

—Por mi parte, ordenaré mi plato usual porque me encanta y sé que podré consumirlo completo sin faltas ni fallas —respondo incisiva—, por favor, que sea un combo Asia de veinte piezas —pido sarcástica atacando a mi mejor amiga.

Liz frunce el ceño y copia a gran velocidad, finaliza de escribir observándonos con las cejas levantadas.

—Ustedes están muy raras hoy, las dejaré solas, creo que tienen mucho de qué hablar, y la bebida irá por cortesía de la casa —afirma suspicaz.

Regalándonos una sonrisa, se marcha.

—La asustaste —acuso a la pelinegra.

—No, tú la asustaste —rezonga cruzando los brazos en su pecho.

También cruzo mis brazos y volteo a mirar al chef que está preparando el salmón.

Lazos de la Gran Manzana ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora