Capítulo 48 - Despedida

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Summer


Término de descender las escaleras y empujo la puerta principal de Habana, la campana repiquetea advirtiendo mi arribo en mi lugar seguro.

De inmediato, soy recibida por la cálida mirada de Joe desde la barra; él sonríe de oreja a oreja y comienza a preparar mi trago de costumbre.

Si bien, es viernes, aún es temprano, por lo que, son escasas las personas en el interior, y camino directo al encuentro de mi gran amigo. 

—¡Bienvenida! —exclama, efusivo.

—He vuelto.

—Y más bronceada. ¿Qué tal estuvo Brasil?

Sonrío con picardía y niego con mi cabeza, tomo asiento en un banquito y coloco mi cartera de cuero encima de la barra.

—¿No qué? —pregunta, confundido.

—No estuve en Brasil, fui a Arizona, a casa de mi mamá.

Asombrado y feliz, abre de par en par sus ojos de color azul.

—Esa sí es una gran novedad —admite, entregándome la copa.

—Enorme, la verdad, me siento orgullosa de mí y el avance que hemos tenido estos meses.

—¿Y qué hiciste con Danna?

—Ella sí fue a Brasil y, desde ayer, está en Los Ángeles con su italiano.

Bebo un poco de mi trago.

—¿Cómo vas con ella y Alex?

—Con Danna todo volvió a ser como era antes, aunque fue la que más tardó en entender mis sentimientos hacia Thomas. Y Alex, para mi sorpresa, fue el más comprensivo, y pese a que, ahora estamos un tanto distanciados, sé que estaremos bien.

—Como les cuesta a ustedes, las mujeres, perdonar, aunque sea entre ustedes mismas.

—Lo sé, supongo, es parte de nuestro orgullo con una pizca de hormonas.

Bebo otro sorbo de mi Gin, en los parlantes arranca a sonar "Love Me Harder" de Ariana Grande, mi cuerpo se mueve por instinto al ritmo de la música.

—¿Tienes idea de por qué Rose me pidió venir? —consulto, interesada.

—A mí tampoco me dijo, pero me pidió que reservara las dos mesas de atrás.

—No sé cómo haré, ayer por la tarde quedé en verme aquí con Oly, la hermana menor de Thom. Y esta mañana recibí una especie de tarjeta de invitación digital de parte de Rose.

Joe sube y baja los hombros. Prosigo tomando de mi copa y él prepara un par de tragos más.

—Por cierto, me acabas de recordar que tengo algo para ti, no es mi regalo, quiero aclarar —comunica Joe, agachándose.

—No es tuyo, pero ¿me lo entregarás?

—Sí, aquí tienes.

Reincorporándose, coloca sobre la barra, una pequeña caja negra con un lazo de seda azul.

—¿Y qué es? —cuestiono, extrañada,

—No lo sé, las únicas indicaciones que tenía era entregártelo antes de que te vayas a casa, y, como no tengo idea a qué hora terminará la noche, prefiero dártelo ahora.

—Pero... ¿De quién es?

—¿Quién crees te traería un regalo hasta aquí?

Joe sonríe y se marcha a atender a una chica, ganándose una de mis miradas de lado.

Lazos de la Gran Manzana ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora