¡Bienvenidos, bienvenidos! ¡Que su viaje por Sowellu sea agradable y prospero, que las dificultades de este mundo no los abrumen ni los cieguen, que su camino esté repleto de luz! Que los lirios se levanten ante ustedes y sean sus guías por este largo viaje ¡Disfruten!.
Comencemos~ 🌺
Fue hace muchos años, más de los que el mundo es capaz de contar, dos entidades fueron creadas de la nada y, junto a ellas, la luz y la oscuridad se abrieron paso junto a la creación del mundo mismo; Sowellu era su nombre. Las runas aparecieron poco después junto a la existencia de los humanos, rebosantes de energía espiritual los dioses decidieron utilizarlas para la protección de los humanos frente a las adversidades de un mundo cruel y nuevo; escogieron a los cuatro humanos más fuertes del momento y los hermosos territorios del planeta se dividieron entre ellos, dando el nombre de sus runas a los territorios y a las familias que los lideraban:
-Algiz, un lugar por encima de las montañas, rodeado de nubes con poca vegetación y nada de ganado, un lugar pacifico que se abastecía con ayuda de los demás territorios.
-Uruz, un lugar donde la luz del día es solo un mito, siendo siempre custodiado por una de las cuatro lunas, semejante a un pantano, oculto entre frondosos árboles.
-Raidha, territorio de poca vegetación, un inmenso desierto de abundantes minerales.
-Mannaz, territorio rodeado de ríos y lagos, vegetación y ganado abundante...por mucho el mas prospero de los cuatro territorios, rodeado de bellas montañas y prados que le mantenían protegido, el lugar ideal para formar una vida.
En un mundo donde abunda el poder, abunda la guerra, la codicia y el deseo de seguir subiendo por encima de las vidas y sueños de otros.
En uno de los reinos de este mundo, el olor del lirio fue disipado y reemplazado por el abrumador olor a sangre. Lo que alguna vez estuvo lleno de flores, lo que alguna vez fue un cultivo, lo que fue el lugar donde los niños corrían de un lado a otro entre dulces y escandalosas risas llenas de alegría, ahora no era más que un campo de batalla donde los soldados restantes de Mannaz caían uno a uno frente a él y su madre.
Apoyado en su espada, de rodillas en el suelo en el vano intento de recuperar energía, observaba a duras penas la espada de su madre chocar con las dagas de quien comandaba el ejército de Algiz, aquel hombre de ojos dorados había acabado por si solo con una gran parte del ejército.
Escuchaba a la lejanía las desesperadas voces y gritos de la gente inocente huyendo a duras penas del lugar.
La inmaculada imagen de su madre ahora estaba altamente afectada por la exhaustiva lucha. Sus movimientos parecían perfectos, hábiles y altamente perfeccionados, sin embargo, apenas y podía seguir los movimientos del general de Algiz.
Lo que alguna vez percibió tan impenetrable, perfecto y firme ahora no era más que una hoja tratando de danzar junto al viento en el intento de no ser arrastrada y derrotada por este.
Las puntas de los pies de su madre la mantenían estable a duras penas, en cuanto tocaba el piso, tenía que volver a impulsarse hacia arriba para esquivar los certeros ataques del general. El ceño de su madre se frunció al no poder esquivar un ataque y ser lastimada en el brazo por una de aquellas dagas repletas de la energía de la runa de Algiz, como si la misma fluyera libremente alrededor del general.
-Madame Su... tu nivel de combate ha bajado considerablemente, ¿Qué ha pasado? Antes eras de nuestras mejores aliadas -se burló aquel general antes de aprovechar la guardia de la mujer y volver a asestar un ataque contra ella, esta vez debajo de sus costillas. Madame Su hizo una mueca de notoria molestia y simplemente se impulsó elegantemente para retroceder unos cuantos metros.
¿Por qué ese hombre estaba llamando tan familiarmente a su madre?
-...No tengo nada que decir, Algiz
Su corazón se detuvo por un instante, después latió con más fuerza que nunca al escuchar por primera vez en mucho tiempo la dulce pero firme voz de su madre. Sentía sus ojos cristalizarse ante el hecho de que esas palabras habían sido para alguien más, pero no para él a pesar de ser su hijo, aun así...no podía estar más agradecido en ese momento.
Había sido hacia siete años cuando Madame Su hizo el voto de silencio justo frente a su hijo, después de ello, la única forma que tendría de comunicarse sería a través de gestos y miradas, lo cual por supuesto, debido a su carácter, decía muy poco.
Una risa seca salió de los labios del comandante.
-Nunca tienes nada que decir -su voz extrañamente sonaba más grave que antes.
Sus ataques se volvieron más fluidos y bruscos, las dagas brillaban con un aura dorada que jamás había visto en su vida, como si la energía de la runa Algiz estuviese perfectamente canalizada en ellas.
Madame Su continuó con evasivas, apenas si podía moverse entre el torbellino de ataques en su contra.
Caleb sacó fuerzas de donde jamás las tuvo para levantarse a pesar de las múltiples heridas en sus piernas y brazos. Con un gruñido finalmente se abalanzó en ayuda de su madre, sin saber que ese día sería el último de aquella mujer esculpida en mármol.
🌺 Se actualiza cada Martes! o(≧▽≦)o ¡Capitulo doble por estreno! ¡Gracias por leer y darle una oportunidad a este proyecto!
—JustAnAke 🌺
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"S o w e l l u"
FantasyNo sirve de nada una promesa sin intenciones de cumplirla, de nada sirve arrepentimiento sin intenciones de remediar tus errores. No sirve una lealtad prometida si al primer momento te darán la espalda. No sirve un titulo sin significado alguno más...