Capítulo 17

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10 años atrás, antes del ataque de Algiz a Mannaz.

Antes de la tragedia, aunque no había una paz establecida, Mannaz era un lugar seguro, libre; sus habitantes podían ir y venir entre fronteras sin tener que preocuparse de si llegaban a ser delatados o no

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Antes de la tragedia, aunque no había una paz establecida, Mannaz era un lugar seguro, libre; sus habitantes podían ir y venir entre fronteras sin tener que preocuparse de si llegaban a ser delatados o no.

El territorio, tan prospero como siempre fue, estaba lleno de genuinas risas, las animadas platicas de los habitantes y los dulces olores de las comidas en los mercados. Para Caleb este ambiente era perfecto, lo ideal...lo que debería de ser de cada pueblo.

—¡Joven maestro!

Sonriendo, atrapó con firmeza la manzana siendo lanzada hacia él. Observó a la joven vendedora saludarlo con ánimos desde el puesto lleno de personas por la fruta de temporada. Con un asentimiento de cabeza agradeció el gesto y continuó caminando por las animadas calles de Mannaz.

Al menos afuera de las paredes de la residencia de su familia no era odiado. Aunque en realidad no le importaba mucho si era odiado o no, mientras eso no afectara a otras personas. Era ciertamente agobiante tener que escuchar a quienes conformaban el consejo de Mannaz hablar sobre él y sus pocas habilidades en comparación a su madre.

—...Aunque es cierto que debo practicar un poco más.

Lanzando un suspiro al aire, llevó la manzana a su boca y dio un mordisco algo brusco. Sin fijarse a donde iba, continuó caminando.

Habían sido meses ya desde que Algiz se informó a total disposición de los deseos de la diosa suprema, desde entonces los territorios se mantenían en constante ataque y había el riesgo de que cayeran...pero seguramente estaba sobrepensando las cosas; de cualquier manera, en cualquier emergencia, tenían al ejército necesario y quienes tomarían frente en la batalla eran más que eficientes para no fallar en el intento de proteger al territorio.

Observando el sol en el cielo, se atragantó con un pedazo de manzana y tosió con fuerza. — ¡Me van a matar! -chilló mientras se daba la vuelta en dirección a la residencia para comenzar a correr, esquivando torpemente a los habitantes que se cruzaba en el camino.

Siempre le ocurría lo mismo ¡¿Por qué siquiera se sorprendía?! Calculando bien el tiempo, probablemente llegaría en el momento en que todos estuviesen formando filas y quizás se salvaría de los regaños de su mad...de Madame Su, probablemente sus compañeros le mirarían con odio, pero no importaba.

Para su sorpresa, iniciando el sendero que llevaba hacia la residencia, pudo observar a cierto chico castaño esperándolo con una sonrisa siempre grabada en su rostro y sus brazos detrás de su espalda. Suspiró con cierto alivio y llevó una mano a su propio pecho cuando pudo detenerse para recuperar su respiración un momento.

—...Ya está siendo normal que llegues tarde ¿Es que acaso los mercados son tan interesantes? -el joven de castaños dijo entre pequeñas risitas mientras juntos reanudaban su camino hacia la residencia.

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