Un Lugar Al Cual Volver [Boys Love]

Capítulo 7

Me encontraba cambiado con un par de pantalones blancos de algodón y una playera negra de manga larga de igual manera, sentado en las sillas de un comedor redondo que adornaba la pequeña pero acogedora cocina y una taza de café que amenazaba por derramarse.

Disculpe por comentarlo apenas, pero, ¿podría saber su nombre? - mirando fijamente mi bebida sostenida por mi mano, cautelosamente, lo dirijo hacia mi boca, terminando con una sensación de alivio al ver mas vacío este.

-¡No me digas! disculpa por no decirlo, he tenido fallas en mi memoria desde hace unos meses, y me cuesta recordar lo dicho y hecho, cosas sin relevancia, mi nombre es Winston - menciona el hombre tomando un gran sorbo de café, y observándome sonrientemente. 

- Oh vaya, bonito nombre. 

-Lo es, lo conservaré hasta que me vaya a la tumba, ese es el destino que nos espera a todos aquí.

-No puedo refutar ante eso - continué observando su pequeña casa, en donde la pequeña Mia corría de un lado al otro, entrando y saliendo de una habitación, volví la mirada al hombre que tenía en frente y lo sorprendí mirando a la niña con una sonrisa en la boca.

-Ella, era muy pequeña cuando perdió a sus padres, la amaban tanto. - los pequeños ojos cafés de Winston comenzaban a llenarse de lagrimas, con repetidas muecas de dolor en su boca.

-Sus padres, ¿Cómo fue que?.. 

-¿Qué fallecieron? es lo que digo muchacho, todos aquí, nos espera la maldición, a unos mas pronto a otros mas lento, pero siempre llega. 

-A maldición, ¿te refieres..?

- Joder, no lo se, nadie lo sabe, solo un día sucede, escuchas los graznidos de los cuervos, un frio tan abrumador, que sientes entumecer tus piernas y el suave susurro del aire, muchas personas lo interpretan de muchas maneras, pero todo es lo mismo, es tu aviso de muerte. 

-¿Le ha sucedido a usted? . pregunto curioso.

-¿Me ha pasado? nunca, ni una sola vez, quiero irme de este maldito lugar lo más pronto posible, pero ya no puedo. 

-¿Que le detiene? - me acerco curioso a la mesa

El señor se detiene un momento, lo veo arrellanarse en su silla, y un pequeño pero visible temblor en su labio inferior.

-Mia ya lo hizo, mi hermosa nieta ya tiene la jodida maldición.

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