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Al atardecer, la feria comenzó nuevamente. Nadie en Trost dió indicios de lo que pasó la noche anterior, parecía que habían comprado el silencio de todos, y definitivamente no era una buena idea preguntar. Era su turno de comprar la cena, Mikasa no se sentía del todo bien y que él se acercara a la cocina significaba peligro.

Probó por comprar una cena ligera, para que fuera del gusto de Mikasa. Se sentía un poco tonto, ya que iba de local en local preguntando qué era lo adecuado para su baja de azúcar. Un poco satisfecho por las respuestas, compro todo lo necesario, no sabía que podría gustarle y si demoraba un segundo más, temía que algo le pasara.

El encuentro con Levi lo había dejado algo nervioso, él siempre le había trasmitido miedo. Hace algunos años, Chriss también le daba un poco de miedo, pero esas diferencias cesaron y su relación con él no era la ideal, pero no era mala. Y aunque el respeto por Levi era mucho mayor que el miedo, Armin tenía toda la razón, sin dudas él podría ayudarlos con su entrada a la legión de reconocimiento.

Algunas noches estuvo indagando, ¿Qué diablos haría en la legión de reconocimiento? Además de cumplir su sueño de conocer el mundo afuera de las murallas, no sabía qué les depararía. La gente, el lugar, todo era un problema a considerar.

El pasar tiempo con Armin lo había afectado, según su subconsciente. Él definitivamente no era una persona que pensara y analizará demasiado, sólo, todas sus acciones derivaban de rachas de impulsividad. Su madre siempre le discutió por aquello, y le reprendió más de una vez cuando se distanció de Mikasa, era apenas un mocoso de doce años incapaz de comprender todo de diferentes perspectivas, y ese sin dudas fue su problema cuando años más tarde se dio cuenta de cuánto la extrañaba, y ah, sí. Que estaba enamorado de ella.

Uno de sus impulsos lo llevo a ella, y sorpresa, ahora estaban juntos. Sí, ella lo ignoro por una semana luego de besarla sin avisar, pero valió la pena, había aclarado lo suficiente sus pensamientos, y se sentía más ligero, Carla lo alago por ello, volvió a hacer un poco más risueño y no chisteaba cuando era su turno de cumplir sus deberes el hogar, un suspiro escapó de sus labios, recordando aquella conversación:

—¡Eren! —Reprendió su madre. —¿¡Acaso estás escuchandome?

El chico seguía atrapado en su ensoñación, estático como un idiota en frente del lavadero.

—¡Eren! —Grito más fuerte esta vez, logrando que el chico volteara confundido, llamando su atención. —¿Qué te pasa, Eren? ¡Estás derrochando el agua!

—¿Ah? —Miro desconcertado hacia abajo, logrando ver la pila de trastes sucios que debía lavar, pero la cantidad desconsiderada de agua que habían recibido, los había dejado algo limpios. —Ahh —Dijo asimilando. —Perdón, mamá. No me fijé.

—Eren... —Dijo mirándolo con cierta sospecha. Ella sin dudas jamás se equivocaba cuando algo de su hijo le inquietaba, estaba en su instinto. —Hazte un lado, dulzura. Yo terminaré de lavarlos.

P-perdón por eso... —Dijo avergonzado.

¿Estás bien, hijo? —Preguntó angustiada. —Te veo algo, ido...

—No... no es nada, sólo no he dormido bien. —Mintió.

—Sí, claro. —Bufó. —Apenas tocaste la cama dormiste, y sin contar que despertaste al medio día, Eren.

𝑴𝒆 𝒂𝒏𝒅 𝑴𝒚 𝑯𝒖𝒔𝒃𝒂𝒏𝒅.♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora