Esa fue la segunda vez que me desperté junto a Alba.
Pero esta vez fue diferente. No podía disfrutar de ella durmiendo a mi lado cuando recordé lo que había sucedido. A mi corazón todavía le dolía pensar en ella horas antes, rota. Me había despertado varias veces durante la noche, preocupada por la mujer tumbada a mi lado. Ella había estado dormida profundamente cada vez, pero yo no podía dejar de estar preocupada. Yo estaba despierta desde hace un tiempo y ahora veía como dormía. Su respiración era relajante, pero también aterradora, porque sabía que en cuanto se despertara sus expresiones faciales ahora pacíficas serían reemplazadas por unas llenas de dolor y agonía.
Suponiendo que los Reche incorporarían elementos tradicionales a la muerte de Rafi hoy sería un día muy duro. Era común entre su comunidad pasar las siguientes 24 horas con el difunto y celebrar el funeral después. Al menos eso es lo que habíamos hecho con mi abuela. Tal vez no sería como es habitual, pero me podía imaginar que habría similitudes.
Aún no había asumido que la madre de Alba se había ido para siempre. Pensar en algo tan definido e irreversible era algo extraño, pero hice mi mejor esfuerzo para no estar en la negación y sentir lo que tuviera que sentir en ese momento. En ese momento, era tristeza. En una dimensión que era difícil de entender. Aunque yo quería quedarme en la cama y simplemente ver a la mujer de cabello rubio, tenía que asegurarme de que los otros fueran atendidos también. Que Alba durmiera era bueno porque yo quería que ganase toda la fuerza que pudiera en este punto.
Levantarme de la cama sin despertarla era una lucha, pero lo hice. Toda la casa estaba en silencio y me di cuenta de que todos probablemente ya estaban en el velorio. La familia pasó horas sólo honrando a la difunta en un lugar frente al ataúd, cuando las 24 horas pasaron, todos se fueron al cementerio. Mi ritmo cardíaco se volvió loco sólo de pensar en esto, pero yo tenía que ser fuerte si quería ser algún tipo de apoyo para Alba.
Para calmar mis nervios, salí al patio a fumar un cigarrillo. Colocando el cigarrillo entre mis labios, vi que alguien salía también. Fue Marina. No la había visto desde que su madre había muerto pero las dos nos acercamos la una la otra hasta que la abracé con fuerza entre mis brazos.
—Lo siento— dije en voz baja y la abrace durante un buen rato, acariciando suavemente su espalda y meciendo su pequeño cuerpo.
Ella esbozó una pequeña sonrisa cuando la solté y vi lo hinchados que estaban sus ojos. Yo había admirado su madurez los días antes, pero al verla tan vulnerable me recordó que tan sólo tenía dieciocho años. No importa lo madura que fuera para su edad, ella era sólo una niña que acababa de perder a su madre. Le aparté el pelo a un lado para darle un beso reconfortante en su frente. Ella levantó la vista y ahora vi como las lágrimas se formaban en sus ojos. Ninguna de las dos dijo nada, pero me pareció que ella comprendió lo mucho que lo sentía por su pérdida.
Dándole un poco de espacio, tomé el cigarrillo y lo encendí.
—¿Me das uno?— Preguntó Marina sorprendentemente.
Probablemente debería haber dicho "No". Pero, ¿cómo niegas a alguien cuando acaba de perder a su madre? Ella realmente me recordaba a mi, y a Alba también. Casi como una mezcla de las dos cuando éramos más pequeñas. Decidí dárselo y observé como inhalaba profundamente cuando tomó mi cigarrillo y encendí otro para mí.
—No sabía que fumabas— dije, y la preocupación en mi voz era obvia.
—Lo hago a veces, pero no mucho. Mi familia no lo sabe
—No voy se lo voy a decir— le aseguré rápidamente porque sabía lo que ella sentía.
Ellos probablemente ya tenían una idea. Yo había tratado de esconder mis hábitos de fumar cuando era más joven también, pero más tarde me di cuenta de que mis padres lo sabían de todos modos. Era extraño, pero sentía como mi vínculo con Marina se hacía más fuerte a cada minuto que pasaba, incluso si no hablábamos. Tal vez no debería corromper sus pulmones en el proceso, pero estaba feliz de que la joven se sintiera cómoda a mi alrededor; casi como si fuera otra hermana mayor para ella.
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Do I Wanna Know?
FanfictionNatalia Lacunza y Alba Reche, concursantes del programa español «Operación Triunfo» eran muy amigas desde el minuto cero en el que se conocieron. El fenómeno Albalia las orilló a tomar caminos totalmente diferentes. Dejaron escapar su amistad. Nata...