𝐅 𝐎 𝐑 𝐄 𝐕 𝐄 𝐑 𝐘 𝐎 𝐔 | EDMUND PEVENSIE

𝐕𝐈𝐈𝐈

"Hey, I am the truth
Hey, I am the wisdom of the fallen; I'm the youth
Hey, I am the greatest; hey, this is the proof"

- The Greatest, Sia

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Después de un largo camino, habían sentido calor. Los abrigos aún estaban mojados pero el calor que hacía estaba en sus cuerpos.

Se los habían quitado y los habían dejado entre los árboles aún goteando un poco, mientras seguían caminando.

El aire fresco secaba un poco sus ropas y el sol los hacía entrar en calor.

Y a los poco minutos, pudieron ver las carpas. Estas eran rojas con amarillo y de estas salían seres mitológicos que nunca creyeron que fueran a ver.

Los cuatro niños se miraron entre sí con una sonrisa mientras más se acercaban.

Un centauro tocó un enorme cuerno desde lo alto de una colina, anunciando su llegada. Y mientras más se acercaban los miraba con una sonrisa y sorprendidos.

— ¿Por qué todos nos miran así? — preguntó, Susan en un murmullo.

— Tal vez piensan que tú cara es fea. — soltó, Lucy haciéndo reír a lo bajo a su hermano.

Alana le miró con una gentil sonrisa pues sabía que no era así.
Peter sonrió divertido y siguieron su camino.

Lucy a lo lejos pudo ver algo flotando del aire y giro a ver dichas criaturas con una sonrisa.
Estás les saludo y la pequeña Pevensie sonrió para después seguir a los demás.

Alana miraba cada ser ahí, recordando uno de esos libros que había leído en la biblioteca de su hogar por curiosidad.

Volvió su mirada al frente con una sonrisa y siguió caminando.

Todos los rodearon por detrás y en cuanto su camino terminó. Se detuvieron viendo a un centauro.
Peter desvaino su espada y la alzó en señal de respeto.

— Hemos venido a ver a Aslan. — habló, firmente.

El centauro giro a ver la carpa de a su lado y se inclinó. De esta, se asomó una grande pata y finalmente se mostró un majestuoso león.

Brindaba paz con tan solo verlo.
Los cuatro niños lo miraban sorprendidos, hasta que todos se arrodillaron.
El rubio enterró su espada en el césped y se arrodilló como todos, al igual que las chicas.

Alzaron la cabeza después de un rato, admirando al león cuando esté habló.

— Bienvenido Peter, hijo de Adán. — saludo, al rubio con una suave y dulce voz.— Bienvenidas Susan, Alana y Lucy, hijas de Eva. — saludo, esta vez a las tres niñas, para después ver a los castores a su lado.— Y bienvenidos castores. — les sonrío a los pequeños animales.— Pero, ¿y el quinto humano? — preguntó, preocupado.

Todos volvieron a levantarse y los dos mayores intercambiaron una corta mirada apenada.

— A eso venimos señor, — respondió, Peter apenado.— a solicitar su ayuda. — completó, guardando su espada.

— Es que tuvimos problemas en el camino. — explicó, Susan a su lado.

— Nuestro hermano fue capturado por la bruja blanca. — soltó, Lucy teniendo la atención de todos ahí.

— ¿Capturado? ¿Cómo es que pasó? — cuestionó, con preocupación, pero sin perder la paz que brindaba.

— Él los traicionó, su majestad. — respondió, el castor a su lado.