I: Save Me

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Elena

La noche está fría, ya que hace poco acaba de terminar de llover y aún siguen cayendo unas pequeñas gotas heladas contra el escueto asfalto de las calles.

Me acurruco contra la pared, mientras bajo mi raído vestido por mis piernas heridas y sucias. Una corriente de aire helada pasa por el callejón y me estremezco al sentir el frío calar por cada uno de mis huesos.

—¿Cuándo va a parar de caer gotas de agua? —Me abrazo las piernas y junto las rodillas contra mi pecho. Trato de juntar más los dientes, porque el frío está logrando que los mismos tiemblen y mi piel se ponga de gallina.

Mi cabello sucio y pegostoso me cae por encima del rostro, y me siento cada vez más... Acabada. Sucia. Derrumbada.

Ellos me lo quitaron todo sin preguntarme si dolía.

Me hicieron escapar y sus sombras aún me persiguen en mis más oscuras pesadillas.

Otra corriente de aire atraviesa el callejón y un estornudo resuena en mi garganta hasta mis fosas nasales.

Amo el frío, pero desgraciadamente me he tenido que familiarizar demasiado con él en los últimos años. Más de los que debería recordar. 

Y sin embargo, aquí estoy más tranquila, más en paz. Nadie me molesta. 

Nadie me hace daño. 

La gran mayoría de las veces. 

Hasta que ellos me encuentran. Me regaño mentalmente, ya que no me gusta caer en esa línea del pensamiento. Sí, pero no puedes negar que ellos van a seguir buscándote. Les gusta dañarte. Es su deporte favorito...

Gimo frustrada y recuesto mi cabeza entre mis rodillas, mientras escucho los pasos apresurados de las personas que buscan alejarse del clima inclemente. 

Froto mi nariz contra la falda del vestido que en un pasado fue de flores, y me abrazo con más fuerza contra mi pecho.

Más ráfagas de viento me hacen tiritar, y trato de cubrirme los brazos lo mejor que puedo, aunque sin mucho éxito.

Maldigo en voz baja. Debí haber guardado mis periódicos esta mañana, en vez de dejarlos estirados al final del callejón. Aunque sabía, que si no los dejaba así, sería más trabajo para mí el arreglar la cama en la noche.

Sí, pero por mi genial idea, quedé sin cobijo por esta noche.

Cierro los ojos y trato de canalizar mi mente a mi lugar feliz.

Allí estoy con mis padres, quienes me esperan con los brazos abiertos en un campo lleno de margaritas y árboles frutales.

—Elena, ven aquí. —Escucho la voz de mamá llamándome, corro hacia ella y me fundo entre sus brazos. De nuevo soy esa pequeña niña que es amada por sus padres.

Mi mamá me levanta en brazos y gira conmigo, mientras escucho a papá reír a nuestro lado.

Una sonrisa leve escapa de mis labios, mientras estiro mis manos pequeñas hacía él. —Te extraño, papá.

Él acaricia mis manos hasta mis mejillas, y las acaricia limpiando algún rastro de suciedad de esta. —Yo también te extraño, mi pequeño rayo de sol.

—Me siento tan sola...

Él solo me ve y revuelve mi cabello. 

Se siente real. Su caricia se siente totalmente real.

Juraría que está tocándome de verdad, pero no... Desgraciadamente, no es así.

—Lo siento pequeña. Lo siento tanto. —Susurra y su voz se vuelve más nítida en mis pensamientos, a pesar de que papá se fue cuando apenas era una nena. 

House of Wolves [W #01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora