Lo mejor que Agnus sabe hacer es escribir. Su vida cambió desde que una tarde de verano conoció esa página de historias en línea y decidió subir las suyas. Lo que no espera, es que su vida vuelva a cambiar con la llegada de un huracán de delirios, r...
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Odiaba cada despertar. Odiaba cada despertar sin Isabelle en mis brazos; extrañaba todo de ella. Ya se cumplen solo tres semanas desde que robaron mi vida, mi todo, mi identidad. Debo resistir, debo ganar esta guerra.
"Sin identidad", historia de @StayStrong7.
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Di un bostezo y me acerqué al espejo para comprobar cómo se encontraba mi boca. Suspiré de alivio al ver que volvió a la normalidad, gracias a una pomada que mi madre me entregó. Ya no estaba más el enrojecimiento e hinchazón provocada por ese mini ser infernal. Pero ahora, mis ojos, mis ojos estaban irritados a causa de haberme quedado leyendo casi toda la noche, pero claro, si le digo eso a mi madre podría matarme. Así que no me quedó otra que colocarme mis "gotas de lector" que realidad solo son gotas que alivian el enrojecimiento y ardor, pero solo las uso cuando leo en Wattpad durante toda la noche.
En este caso leer las historias de Sabrina me hizo conocerla un poco más, y sé que nada es certero y ella no es exactamente la protagonista de cada una de sus novelas, pero ¿no es su mente? Cuando teclea ¿no plasma sus pensamientos, algunos gustos y sueños? Por el momento era mi manera de saber más de ella hasta que podamos platicar un poco más. Nunca había conocido a alguien en la plataforma, ni fuera de ella donde pudiera compartir mis gustos por la literatura, por lo que siempre me encontré solo con los libros y mis historias. Así que cuando comencé a charlar con ella, sentí que por fin alguien me estaba entendiendo, que nadie me miraba como si estuviera loco por el simple hecho de tener pasión por las letras. Me había pasado muchas veces que, cuando realizaban la pregunta de "¿Qué haces en tu tiempo libre?", ellos no entendían que me gustaba leer o que prefería más el libro a comparación con la película. Pero ¿qué más daba si quien debía entender todo era yo? Sin embargo, muchas veces necesité hablar con alguien, compartir emociones y temas en común. He aquí mi entusiasmo al conocerla.
Como cada mañana, la puerta se abre de golpe y no me hace falta mirar quien entra, porque las vocecitas comienzan a escucharse. Me volteo y dos bebés, casi iguales, se acercan a mí con pasitos torpes. Me agacho quedando frente a ellos.
―¡Buen día, mis bebés apestosos y asquero...!
―¡Austin Adam Clarkson! ¿Qué te dije de decirles así a los mellizos? ―exclama mi mamá desde la otra habitación.
