Capítulo 14: El anillo

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Draco se arrancó el anillo con rudeza, tenía que quitárselo o los mortífagos lo verían al volver.

Esperaba que Harry estuviera bien y que hubiera servido de algo...

Sintió las lágrimas caerle por las mejillas, estaba asustado, triste y... ¿cómo se llamaba la sensación de estar vacío? La sensación de extrañar a alguien, la sensación de no poder vivir sin él... no la sabía y ahora esa era su emoción del día y la noche.

Por lo menos había sentido su calidez y aroma durante un segundo, era lo único que necesitaba en ese momento, sólo un poco de Harry...

Estrujó el anillo entre sus dedos, prometiendose a sí mismo que no se lo volvería a poner, no debía poner en riego a Harry por tonterías. Pronto descubriría que su promesa era muy difícil de mantener.

Se levantó del suelo con dificultad y con las piernas temblandole, giró a su armario y cerró las puertas, sintiendo sudor frío resvalarle por la frente suspiró con aire de vencido, aún tenía esa sensación en la garganta de que nada de eso había funcionado y entonces...

- ¿Hijo? - dió un respingo, tal que casi se le cae el anillo de las manos ante la voz de su madre, se limpió las mejillas y se giró a velocidad impresionante, si Narcissa hubiera parpadeado no se habría dado cuenta de lo que Draco hizo.

- ¡Madre! - dijo sin poder modular el tono de su voz, ésta se dió cuenta en lo rojo de los ojos de su hijo que este había estado llorando, analizó todo alrededor de Draco y al mismo para saber que era lo que había causado su llanto.

Se encontró con su habitación hecha un asco, llena de montañas de ropa por todos lados y miró que una puerta del armario estaba chueca.

- ¿Qué estabas buscando? - le dijo dando un paso dentro y observando suspicaz a su hijo.

- Uh yo... estaba buscando un pantalón que perdí hace tiempo - le dijo más rápidamente y titubeante de lo que le hubiera gustado, guardó el anillo muy cuidadosamente en su bolsillo para que su madre no lo viera, pero esta se dió cuenta inmediatamente.

- ¿Qué es eso? - dijo acercándose mucho más y tendiendole una mano a Draco para que le entregara el objeto.

- Es... lo que estaba buscando en el pantalón - dijo mientras lo sacaba, sin poder negarse a dárselo, sintió su corazón literalmente en un puño cuando se lo entregó en la mano - El anillo que tenía cuando me desmaye esa vez - aclaró cuando ella lo examinaba.

- Oh sí, lo recuerdo, el pequeño - dijo su madre y se dió cuenta que su hijo expresaba con sus ojos lo valioso que era para él, pues no le despegó la mirada ni un segundo, con expresión preocupada y nerviosa.

Draco vió a su madre mirarlo como si estuviera conspirando contra ella.

- Jamás me lo he probado - dijo Narcissa, extendiendo los dedos, a punto de intentar ponérselo en el más pequeño, el meñique, sabiendo que en los otros no le quedaría.

- ¡No! - exclamó arrebatandoselo salvajemente a su madre - ¡Quizá este encantado! Quizá por eso es tan pequeño - le dijo alarmado intentando excusarse.

Narcissa suspiró con fuerza y dijo - Bueno... sólo venía a decirte que es hora de comer y lo necesitas - le dijo dándole una vista de arriba a abajo, dejando en claro lo flaco que estaba.

Su madre salió de la habitación, Draco sabía que lo de la comida no era por lo que había venido, lo estaba espiando, su mamá jamás le había llamado para la comida y mucho menos ir hasta su habitación, siempre se la llevaba el elfo doméstico y si no le apetecía comer en su cuarto (lo cual era raro desde que su casa se había convertido en un aposento de mortífagos) le ordenaba llevar la comida nuevamente abajo.

Cuestión de Destino | DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora