✿𝐒𝐡𝐞'𝐬 𝐚 𝐥𝐚𝐝𝐲

005. Roses princess alexandra of kent.

Maratón 3/3

Día cuatro.

Millie.

— También me gustas mucho, chocolatito. —mi corazón comenzó a latir rápido por el tierno apodo que Sadie me había colocado.

Las bonitas facciones de Sadie se relajaron, y sus manos viajaron a mis mejillas tomándolas por completo. Acercó lentamente su rostro al mío y unimos nuestros labios en un tierno beso.

Ella se alejó con una enorme sonrisa.

— Tus cachetitos están calientes. —soltó una risita. ¡Que tierna!

— Me gustas mucho, Sadie. Por favor prométeme que cuando vuelvas a Texas me llamaras todos los días.

— Tranquila, chocolatito. —tomó mi mano.— Falta mucho para eso, además puedes venir a visitarme, ¿si?

— ¡Ya! ¡Te quiero, cielito! —me lancé sobre ella haciendo que ambas caigamos al frío suelo.— ¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Te quiero!

Comencé a llenar su rostro de besitos, mientras que ella reía intentado hacerme cosquillas, cosa que hizo que me alejara rápidamente con una sonrisa.

— ¡Atrápame si puedes, cielito!

— ¡Espera! ¡Millie! ¡Millie!

— ¡MILLIE! ¡Despierta, tonta!

Un fuerte golpe en mi cabeza hizo que rápidamente levante mi cabeza del pupitre. Finn me había despertado de un zape de ese hermoso sueño que tenía con Sadie. ¡Yo lo mato!

— Señorita, Brown. ¿Está usted prestando atención a la explicación? —preguntó la maestra con desagrado.

— Si.

— Explique si tanto prestó atención.

— No.

— ¿Perdone?

— ¿Ah? ¡Oh si! ¡Lo siento! —mire a mi alrededor y vi como Caleb mordía su labio intentando no reír al igual que Finn y Noah, mientras que Gaten solo me miraba preocupado.

Él comenzó a hacer señas con sus manos, y de un momento a otro dejó de hacerlos para escribir algo en su cuaderno. Lo mire atenta cuando me mostró un papel que decía "Explica la regla de tres simple"

¿Como voy a saber eso?

— Amh.. ¿maestra? ¿Que le parece si me deja pasar esto? ¡Y le regalaré un viaje a Disney! —sonreí, pero mi sonrisa se desvaneció al ver a la maestra apuntar la puerta.

Eso solo se significa una cosa: detención por dos horas con el maestro mas aburrido del mundo. Lo único que hace es hablar de su miserable vida que le tocó, y como su esposa lo engañó.

— ¡Es un viaje a Disney! —dije juntando mis cosas.— ¡¿Quien rechaza eso?!

— No tienes ni dinero para tu almuerzo de hoy. —susurró Finn mirándome.