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Sadie.
Era un desastre, mi mochila estaba rota y vieja, papá se había olvidado de comprarme los útiles para el colegio, y yo... bueno era vacaciones para recordarme eso, ¿por qué tendría que culparme? Claro que no. Tomé la mochila vieja y la puse por mi hombros, de pronto sentí una mano tocando mi brazo, era mi pequeña hermana Jacey.
— No olvides tu comida. — en sus pequeñas manos tenía un sándwich y un jugo en cartón. Sonreí y le agradecí. — No seas tan despistada, Sads.
— Si mamá. — bromee y ella solo rió.
Me despedí de ella y corrí a la parada de autobús, se me estaba haciendo otra vez. Siempre era lo mismo. De pronto recibí una llamada de Noah, mi mejor amigo.
— Rojita, adivina que, ya perdiste la primera clase porque al profesor se le ocurrió llegar más temprano hoy, así que suerte para la segunda.
¡Maldición! Tenía que pasarme esto a mi. Y para colmo el bus no llegaba y eso me retraba más, cerré mis ojos intentando calmarme, lo mejor sería ir caminando, al fin y al cabo tampoco vivía tan lejos del colegio.
Caminé unos metros cuando sentí unas gotas en mis manos, luego en mi cara, mi cabello y mis brazo. Claro, estaba lloviendo. No era algo que estaba en mis planes, no tenía ningún impermeable.
Subí el volumen de mis audífonos y seguí caminando pero esta vez más rápido, pase por varias tiendas de comestibles, todas me tentaron pero claro estaba que debía llegar al colegio primero. Una vez dentro corrí al baño intento arreglar mi cabello y secarme la cara toda mojada. Bueno, realmente toda mi ropa lo estaba. Me miré al espejo por última vez antes de dirigirme a mi segunda clase, Noah y Caleb me miraron queriéndose reír.
— Eres realmente un desastre. Te ves como un pez muerto.
Noah rió una vez que tomé asiento a su lado.
— shh, solo cállate.
[...]
— Buenos días, estrellitas.
Caleb tomó asiento en nuestra mesa, por fin había llegado la hora del almuerzo, donde prácticamente no hacemos más que hablar mal de la gente que no nos cae. También lo hacemos en la clase pero al menos aquí hay comida.
