16. La fiesta de pijamas

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Ya pasaron unos cuantos días desde que mi madre me contó la historia de los bichos raros. Yo no le dije que nos enfrentamos a Pennywise, si no se preocuparía mucho por mí.

«Hey, Bev» le dije por teléfono. Aunque los perdedores se hayan separado, intento mantener contacto con ellos «¿Quieres venir a mi casa a hacer una fiesta de pijamas?»

«Emm, no sé ____» dudó Beverly. Pude imaginarme como ella desde el otro lado de la línea miraba a ambos lados, en busca de su padre.

«Anda, será divertido» intenté convencerla «Además, así podemos hablar de Bill» dije alargando la i de Bill. Me imaginé como se sonrojaba a través de la línea «O de quién te ha escrito ese maravilloso poema»

Así es, Bev me contó pocos días después de la cantera que alguien le había escrito un poema, yo sé que es Ben, pero es divertido ver como lo adivina ella. Después de ese suceso, nos volvimos más cercanas.

«Bueno» dijo finalmente la pelirroja después de pensarlo «Estaré allí a las 7:00»

«¡Perfecto!» exclamé y colgué el teléfono.

— ¿Qué es tan perfecto? — preguntó mi madre acercándose con un trapo en las manos, había estado lavando los platos — ¿Vas a quedar con un chico?

— ¿Qué? — pregunté, creo que se me había subido la sangre a la cabeza, pero no sé si estaba ruborizada — Que cosas dices mamá. Voy a quedar con una amiga. Se llama Bev. Creo que ya te hablé de ella, esa chica de pelo pelirrojo y ojos azules, como yo.

— Oh, sí, ya sé. Es la única chica del grupo, sin contar contigo, claro — dijo y se fue a hacer lo que estaba haciendo, como ya dije, supongo que lavando los platos.

Miré la hora en el reloj que me regaló Billy en mi 5º cumpleaños, mi último cumpleaños con él; eran las 6:30.

— Mierda — maldije al ver que quedaba media hora para que viniese Bev.

— Esa boca — me regañó mi madre a modo de broma desde la cocina.

Subí corriendo a mi habitación, organizando algunas cosas, fui a la cocina, hice palomitas y cogí patatas fritas para llevarlas arriba. Cuando terminé de organizar, se oyó el timbre. Grité un «ya voy» y corrí abajo.

Cuando abrí la puerta, me encontré a una Beverly con los ojos llorosos, con una mochila repleta de ropa. Al principio, quedé un poco en shock, pero a la milésima reaccioné. La invité pasar y la conduje a mi habitación, donde cerré la puerta.

— ¿Qué ha pasado? — pregunté mientras que se sentaba en la cama — ¿Alguien te ha molestado? Porque si es así le da...

— No, no ha sido eso — me interrumpió sorbiéndose la nariz.

— ¿Entonces?

— ¿Recuerdas que mi padre estaba reaccionando raro desde que murió mi madre? — asentí con la cabeza —. Resulta que ve a mi madre en mí, no de la buena forma, sino, ya sabes... Creo que me quiere violar — dijo lo último muy bajito, que casi no pude escucharlo.

— ¡Pedazo de bastardo, cabrón, hijo de...! — empecé a decir enfadada, pero me controlé. Miré a Beverly, ella estaba mirando el suelo, como si fuese lo más interesante del mundo —. ¿Quieres quedarte aquí conmigo?

La pelirroja levantó la cabeza, y me abrazó. Me daba igual que me llenase la camiseta de lágrimas y mocos, porque los amigos siempre están en lo bueno y en lo malo.

 Me daba igual que me llenase la camiseta de lágrimas y mocos, porque los amigos siempre están en lo bueno y en lo malo

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Después de que Bev se calmase, hablé con mi madre para que se quedase, al principio se negó, pero al final aceptó. Ahora nos encontrábamos en el salón buscando una peli.

— Podríamos ver Carrie — propuse.

— O La zona muerta — dijo ella.

— Cualquiera está bien — dije, y Bev puso Carrie.

La trama era buena, una chica de 16 años, marginada en el colegio, una madre estricta católica, pero lo que nadie sabía, ni la propia Carrie, es que ella tenía poderes telequinéticos. En el baile del colegio, una compañera de Carrie y su novio le hicieron una jugarreta. Esta consistía en que utilizasen sangre de cerdo y se la echaran encima cuando la coronasen reina. Ella se enfada mucho y destruye casi todo el pueblo.

— ¿Te gustó? — preguntó pelos de menstruación.

— El libro está mejor — contesté —. Ven, vamos — la cogí de la mano y la llevé a mi habitación — Vamos, desembucha. ¿Qué tienes con el tartamudo?

— Na-nada — tartamudeó.

— Oh si claro, haré como que me lo creo. He visto cómo le miras y cómo te mira.

— Buenooo... — empezó a decir, pero un ruido en el cuarto de mi madre nos sobresaltó —. ¿Vamos a investigar?

Nos levantamos cogidas de la mano y nos adentramos por el pasillo, hasta llegar a la puerta. Toqué a la puerta, pero nadie respondió, la abrí y...





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Bueno, ahí les dejo el suspenso

¿Qué les está pareciendo la historia?

Me haría muy feliz que votasen, por favor

Sirenita    «IT, Stranger Things y tú»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora