14. La casa Neibolt 2/2

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Escuché un grito y entonces reaccioné. Salí corriendo hacia donde provenía aquel grito, creo que era de Eddie. Cuando llegué, Eddie estaba en el suelo de la cocina, con aquel payaso encima de él y tapándole la cara con su mano. De repente, abrieron la puerta y aparecieron Bill y Richie.

— Joder — dijo Richie al ver como el payaso les miraba fijamente. Parecía ser que no se había dado cuenta de mi presencia.

— ¿No es demasiado real para ti, Billy? — preguntó Pennywise con esa voz chillona — ¿No soy demasiado real para ti? 

— Oh, mierda — dijo Richie, prácticamente cogido de la mano de Bill.

— Fue demasiado real para Georgie — dijo burlón el payaso y se comenzó a reír. Luego, se levantó y salió disparado como una bala con la boca abierta hacia Bill. Pero antes de que pudiese tocarlo, apareció su salvadora, la bellísima Beverly, que le clavó un palo de metal en el ojo. Eso se quedó quieto, como si lo hubiesen congelado.

Aprovechando el momento, corrí hacia Eddie, que parecía estar teniendo un ataque de pánico.

— Eddie, mírame — le dije mientras que le tomaba la cara entre las manos. En otra situación, si hubiese hecho eso, me hubiese sonrojado, pero no era momento para cursilerías —. Inhala, exhala — empecé a hacer los ejercicios para que Eddie los hiciese, después de un minuto más o menos, se tranquilizó.

— El brazo — balbuceó mientras que los chicos venían hacia nosotros. Le miré el brazo y, oh mierda. Lo tenía de una forma bastante anormal.

De repente, eso se empezó a mover y todos empezaron a gritar. Cuando se dio la vuelta, era aún más aterrador que antes, si eso era posible. Tenía el ojo bueno rojo e inflamado, su cabello todo despeinado la sonrisa hacia un lado, con dientes sobresaliéndole por la mejilla, lo más asqueroso de todo, es que la baba se le caía como una cascada.

Empezó a avanzar hacia nosotros, extendió su mano, y le salieron unas garras, como las de un hombre lobo que rompieron su guante blanco. Se acercó aún más a nosotros y gritó, pegándonos un buen susto. Luego se puso a reír como un psicópata y se dio la vuelta rápidamente, arañando así a Ben en la tripa. Pennywise me miró fijamente y pude ver una pizca de tristeza en su ojo, y luego salió por la puerta para adentrarse quién sabe a donde.

— No pode-demos de-dejar que se va-valla — dijo Bill y siguió al payaso.

 — Tenemos que colocar tu brazo, Eddie — dijo Beverly arrodillada ante él. Eddie se puso a gritar como loco y apareció Bill.

— Voy a intentar colocar tu brazo — dijo Richie histérico.

— ¡Rich, no quiero que me toques! — gritó el asmático.

— Eddie, quiero que te tranquilices — le ordené. Él me miró a los ojos y pude contemplar aquellos hermosos ojos marrones. Estábamos en un trance, hasta que Eddie empezó a gritar, le habían colocado el brazo.

Salimos corriendo de la casa Neibolt, con Eddie a mi derecha sosteniéndole para que fuese más rápido. Al llegar a la entrada de la casa Kaspbrack, apareció Sonia, con el pelo despeinado, como una loca y cogió a Eddie del brazo bueno.

— Vosotros. Vosotros hicisteis esto — dijo Sonia mientras nos señalaba —. Sabéis lo delicado que es. No culpéis a nadie más — metió a Eddie en el coche. Al estar nerviosa, se le cayeron las llaves.

— Déjeme ayudarla — se ofreció Beverly mientras hacía un amago de recoger las llaves.

— ¡Aléjate! — dijo la señora K. antes de que Bev cogiese las llaves —. Oh, he oído mucho de ti, señorita Marsh. Y no quiero que una chica sucia como tú, toque a mi hijo — le dijo muy cerca de su cara.

— Se-señora K — empezó a decir Bill.

— ¡No! Todos ustedes son monstruos. Y Eddie ha acabado con todos ustedes. ¿Me habéis oído? Acabado — me miró —. Excepto la señorita Hargrove.

Se subió a su coche y arrancó. Nosotros los seguimos con la mirada, hasta que se fueron.

— He visto el pozo — dijo Bill —. Sa-sa-sabemos donde está y la pró-próxima vez esta-taremos preparados.

— ¡No! — gritó Stan, parecía al borde del llanto — No va a haber próxima vez, Bill. Eres un insano.

— ¿Por qué? — preguntó Bev — Todos sabemos que nadie más va a hacer nada.

— ¡Eddie estuvo a punto de morir! Y mira a este capullo — Richie señaló a Ben —. ¡Está goteando salsa de tomate!

— No podemos pretender que se va a acabar. Ben, tú mismo lo dijiste, Eso vuelve cada 27 años — se enfadó la ojiazul.

— ¡Bien! — exclamó el recién nombrado — Tendré 40 y estaré muy lejos de aquí. Pensé que dijiste que querías irte también de este pueblo.

— Porque quiero correr hacia algo. No de algo — contestó la chica.

— Lo siento, ¿pero quién invitó a Molly Ringwald al grupo? — dijo Richie señalando a Bev. Esta le sacó el dedo del medio.

— Richie — empezó a decir Stan.

— Solo estoy diciendo, miremos los hechos. Es el mundo real. Georgie está muerto. Para de intentar que nos maten a nosotros también — Richie empezó a irse, pero Bill se puso enfrenté de él.

— Georgie no está muerto.

— No pudiste salvarlo, pero sí te puedes salvar a ti mismo — respondió el cara mosca.

— No. Re-retíralo. Estás asustado y todos lo estamos, pero retí-tíralo — dijo la última palabra mientras que le daba un empujón a Richie.

 Estos dos empezaron a pelearse, a darse empujones, hasta que Bill le dio un puñetazo al bocasucia.

Sirenita    «IT, Stranger Things y tú»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora