13. La casa Neibolt 1/2

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— No podemos dejar que Bill vaya solo — les dije.

— Ay, ok, vayamos — dijo Richie desanimado.

Todos nos subimos en nuestras bicicletas y pedaleamos lo más fuerte posible, para llegar antes de que Bill entrase en esa terrorífica casa.

— ¡Bill! — gritó la pelirroja antes de que entrase. Yo creo que estos dos tienen algo, pero siento pena por Ben — Bill, no puedes entrar ahí. Esto es una locura — nos bajamos de nuestras bicis y nos dirigimos a él.

— Mirad, no debéis venir conmigo. ¿Pero qué pasará si otro Georgie desaparece? ¿U otra Betty? ¿U otro Ed Corcoran? ¿O uno de nosotros? — nos quedamos en silencio mirándole — ¿Vais a pretender que no está pasando nada como todos los demás en este pueblo? Porque yo no puedo. Voy a casa, y todo lo que veo es que Georgie no está. Su ropa, sus juguetes, sus estúpidos peluches, pero... Pero él no está. Caminar a esta casa, para mí, es más fácil que caminar a la mía.

Con todo el discurso que hizo Bill, me entró ganas de llorar, ya que de algún modo, sentía que era todo culpa mía. Todo lo que pasaba en Derry sentía que era culpa mía.

— Guau — dijo Richie mientras que Bill subía los escalones del porche.

— ¿Qué? — preguntó Ben, curioso.

— No ha tartamudeado — respondió Richie mirando a Bill.

— Esperad — dijo Stan al ver que todos íbamos a entrar a la casa —. Ummm, no debería quedarse alguien a vigilar — propuso mirándonos —. Ya sabéis, en caso de que algo malo pase.

— ¿Qui-quién quiere que-quedarse? — preguntó desde la puerta, con la mano en el picaporte.

Todos levantamos la mano, excepto Beverly, que se nos quedó mirando asombrada. Poco a poco todos bajamos las manos. Hicimos el juego de los palitos, y como Eddie y Richie sacaron los palitos cortos, les tocaba entrar.

— Hey — dije antes de que entrasen de todo —. ¿No creéis que es un poco estúpido que el que tiene miedo a los payasos entre junto con un asmático a una casa terrorífica? — no me hicieron caso y siguieron hacia delante — ¡Capullos! — grité.

Me senté en una roca que había por ahí y empecé a cantar en voz baja una canción inventada:

Más o menos 100 días hay de vacaciones
y llegan las clases de nuevo.
Un problema en verano y en ocasiones
es como pasarlo de miedo.

Antes de que pudiese seguir cantando, apareció Stan y se sentó al lado mío.

— ¿Qué cantas? — me preguntó. Lo miré y luego hacia el frente, donde Ben y Beverly conversaban, y Mike estaba sentado, aparentemente aburrido.

— Una canción sobre el verano. Seguro que en el futuro será famosísima — le aseguré.

Nos pusimos a hablar sobre cosas normales de la vida, sin mencionar lo que estaba pasando con los chicos en la casa, pero lo tuvo que mencionar.

— ¿En serio que no viste nada antes de que se apareciese eso en el garage? — preguntó sospechando.

— ¿Recuerdas cuando casi me mato en la cantera?

— Sí — contestó.

— Bueno, perdí el equilibrio al verle, me miraba fijamente, y también os veía a vosotros. Además, hoy cuando me acorraló, me habló — dije entrecortadamente y bajito, para que los demás no escucharan. Stan me cogió los hombros con ambas manos y me miró fijamente.

— ¿Qué te dijo?

— Me dijo algo sobre que sabe cuál es mi mayor miedo y que la verdad me destruirá. Lo malo es que yo no sé cuál es mi mayor miedo — Stan sin previo aviso me abrazó, al principio no reaccioné, pero luego yo también le abracé.

— ¿Sabes? Siempre estaré contigo — me dijo y se separó del abrazo.

— Eres un buen amigo, Stan — me levanté de la roca —. ¿Están tardando mucho, no? — pregunté en voz alta, para que los demás me escucharan.

— La verdad es que sí — respondió Mike.

— Alguien debería entrar — propuso Ben.

— Yo — dijimos Bev y yo a la vez.

— ¿Y si nos separamos para encontrarles antes? — propuso Bev.

— En las películas de terror si te separas acabas muriendo — dije.

— Lo bueno es que no estamos en una película, esto es la vida real — dijo Stan apoyando a Bev.

— Ok — acepté.

Entramos los pelos de menstruación y yo a la casa y nos separamos. Subí al piso de arriba y escuché una voz que me llamaba. Mi sentido racional decía que no la siguiera, paro la curiosidad me ganó y seguí la voz. Llegué hasta una puerta de color azul, como la que teníamos cuando vivíamos en California, con mi madre, padre y Billy. La voz se oía más fuerte, y abrí la puerta; lo que me encontré, me dejó patidifusa.

Era mi cuarto de hace 7 años. Todo estaba igual. La pared pintada con los dibujos de mi madre del mar, con diferentes tonos de azul y blanco. La cama con la colcha blanca, con sus almohadas blancas con tonos amarillos, simulando estrellas. En el techo, una lámpara simple colgaba, mientras que en las ventanas, se podía ver el patio.

Parecía que estaba en un recuerdo, un recuerdo precioso. Pasé mis manos por los marcos con fotos, parecían muy reales. Mi mente me dijo que no podía ser real, que seguía en la casa Neibolt, pero yo no pensaba en eso. Me miré en el espejo que tenía, y volvía a ser una chica de 5 años. Alguien tocó la puerta, y dije un "pase".

Se abrió la puerta y apareció Billy, tal y como lo recordaba, un chico de 10 años, apuesto, rubio y de ojos azules, siempre con su encantadora sonrisa.

— ____, te llaman para comer — me dijo. Yo le sonreí y le abracé con todas mis fuerzas —. Hey, ¿qué pasa?

— Siento como si hubiesen pasado años sin verte — dije mientras que le abrazaba aún más fuerte.

— Pero si nos vimos hace 5 minutos.

— Lo sé.

Billy salió por la puerta, e intenté seguirle, pero no podía salir, estaba cerrado con llave por fuera. Después de unos minutos, me rendí y me tumbé en la cama. Al tocarla, volvieron a llamar a la puerta. Billy abrió la puerta, pero ya no era un chico de 10 años, sino uno de 17, había perdido ese brillo, el pelo le había crecido y lo tenía más o menos al estilo Bowers.

Se dirigió hacia donde estaban mis fotos, las acarició y habló en voz alta:

— Ojalá estuvieses aquí, pequeña sirenita — dijo con voz ronca. Pasó enfrente mía y ni siquiera me notó, como si fuese un fantasma.

Salió por la puerta y la dejó abierta. Al salir, la casa se transformó y volvió a ser esa horripilante casa de película de terror. ¿Qué acababa de pasar?


Sirenita    «IT, Stranger Things y tú»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora