Capítulo 09:

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El Suplente.

Eran las ocho y media cuando el timbre sonó, el receso terminaba y los de último curso se dirigían hacía la cancha, esa mañana el director les había informado que tenían nuevo profesor de educación física.

—A partir de hoy dormiré temprano —acotó Alice, viendo a las demás.

—Eso no te lo crees ni tu misma, es la tercera vez que dices eso este mes —le espetó Cassie.

—Alice no va a dormirse temprano, siempre será nuestra pandita —agregó Sophie con voz chillona, apretando las mejillas de Alice y haciendo un gesto con la boca. Alice blanqueó los ojos y palpó con sus dedos las ojeras que existían bajo ellos, de allí el apodo por el que sus amigas cariñosamente la llamaban.

—Chicas, tienen que ver esto —anunció de pronto Kalany.

—¡Por las santas manos de Coco Chanel!, ¿Qué hace Daeron aquí en el colegio? —interrogó Lydia de forma dramática. Todas voltearon en dirección a la cancha y vieron como el pelinegro se dirigía hacía el interior.

 «¿Qué demonios hace él aquí?» —se preguntaron, mirándose entre sí.

El salón de quinto año entró a la cancha con prisa. El director junto a Daeron esperaban adentro.

—Buenos días, jóvenes —hablo primero el director. Los alumnos sin muchos ánimos devolvieron el saludo—. Quiero presentarles a su nuevo profesor de educación física suplente.

—Mucho gusto muchachos. Pueden llamarme profesor Daeron.

«¿Profesor?»

El grupo de chicas se miró entre sí al escuchar esa últimas frase. No sabían que hacía el allí, o que se traía entre manos, solo siguieron la corriente del asunto y acataron las indicaciones que el ahora su profesor les daba, dividió a el curso en varios grupos para organizar un circuito de ejercicios, y todos emocionados siguieron las instrucciones. El profesor de educación física anterior se limitaba a mandarles exposiciones sobre la historia del baloncesto o les ordenaba que dieran vueltas a la cancha, mientras el se dedicaba a leer el periódico o a dormir en la hora de su materia, los muchachos se encontraban agradecidos de tener un nuevo profesor que si les diera clases correctamente y las chicas estaban encantadas con el nuevo profesor, musitando entre ellas lo atractivo que era.

Después de arduos ejercicios y de que todos sudaran por partes inimaginables, la hora acabó. Mientras todos tomaban agua para refrescarse Tory se escabulló hacía donde estaba Daeron.

—Así que ¿En tus tiempos libres eres profesor?

—Puedes imaginarte que no estoy aquí por eso.

—Realmente no, no lo sé, por eso te pregunto —respondió Tory ya sonrojada, pues se dio cuenta que a Daeron de cerca se le notaban los abdominales.

—¿Eh, estás bien? —preguntó Daeron, al darse cuenta de su estado. En ese momento llegó Sophie, acompañada del resto de las muchachas.

—¿Qué haces aquí? —interrogó Sophie, en un tono muy bajo.

—He venido aquí porque necesito enseñarles a desarrollar sus poderes, ya se los he dicho, además de que debo protegerlas y estar cerca por si algo pasa—respondió el pelinegro, secándose el sudor de la frente.

—¿Por si algo pasa? —preguntó Sophie.

—Eileen puede enterarse de su existencia y atacarlas.

—¡Entonces estamos en peligro y no nos lo habías dicho! —reclamó Tory.

The Lie of the Moon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora