CAPÍTULO QUINCE

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Me encuentro frente al espejo, ya me he arreglado para la cita, llevo puestos unos jeans de mezclilla y una playera azul celeste. Algunas personas considerarían mi gusto por la ropa, como algo insultante sin duda.

No me quise maquillar, ya que no me gusta nada, y me puse mis zapatillas deportivas de siempre. Esta era yo, y con esta chica iba a salir Johan.

Miro mi reflejo en el espejo unas veces más intentando convencerme de mi apariencia sin éxito. Aunque en este momento algo más está arrebatándome la concentración. No me puedo sacar a Dylan de la cabeza, ¿dónde estará?

Pongo una mano en mi hombro y me viene el recuerdo de sus labios en mi piel, subo mi mano por la curva de mi cuello y hombro, sus suaves labios tocando mi cuello, casi una caricia, si nunca me han besado en los labios, menos en el cuello, pero él lo hizo. Lo que no entiendo es, ¿por qué?

—   Alyssa ya llegó —grita Bri desde el otro lado de la puerta.

Abro los ojos, no me había dado cuenta que los había cerrado. Bueno, la hora ha llegado, no hay marcha atrás. Respiro hondo y trato de alejar a Dylan de mi cabeza por centésima vez consecutiva.

—   Voy en un segundo —le contesto. Me miro una vez más en el espejo y salgo de mi cuarto.

Cruzo el pasillo para salir a la sala. Johan se encuentra sentado en el sillón con un ramo de flores, distingo tulipanes y margaritas. Qué extraña combinación, sin embargo algo en mí, al verlo sentía ganas de correr a esconderse. Johan se levanta cuando me ve y esboza una encantadora sonrisa.

—   Hola Johan —lo saludo nerviosa mientras me acerco hasta él.

—   Hola Alyssa —estira el brazo en el que trae el ramo y me lo ofrece— ten, espero que te gusten.

—   Oh gracias, que lindo detalle pero, —digo tomando las flores— no tenías que comprarme flores. —Le digo con una mirada de agradecimiento.

—   Déjamelas a mí, las pondré en agua —me dice Bri, el racimo por mí.

—   ¿Nos vamos? —pregunta con una chispa de entusiasmo.

—   Nos vamos —le contesto tratando de sonar igual que él.

—   Diviértanse —dice Bri sonriendo.

Salimos por la puerta y nos dirigimos a elevador para poder salir del edificio.

—   Y ¿a dónde me vas a llevar? —pregunto curiosa.

—   Ya verás —me contesta sonriente.

El elevador se abre y agarra mi mano, tomándome por sorpresa. Sus dedos, sujetan mi mano sin pretender apretarla, su palma está fría, tal vez debido al clima, a diferencia de los dedos de Dylan, que son más cálidos…

«Alyssa, estás con Johan, no puedes pensar en Dylan ahora.» Me regaño.

Caminamos hasta un auto que está estacionado frente al edificio, es de color negro y no es ni tan grande ni tan pequeño, supongo que es de Johan.

—   ¿Es tuyo? —le pregunto señalando el auto.

—   No, es de mi padre —responde este— pero me lo prestó y por hoy es nuestro.

Llegamos hasta el carro y Johan saca las llaves de su pantalón, le quita la alarma y me abre la puerta del copiloto.

—   Entre madame —dice en un tono bastante extraño pero a la vez cómico, así que no puedo evitar soltar una risita.

Hago lo que me pide y entro para sentarme en el asiento de cuero negro. Rodea el carro y llega hasta el asiento del conductor.

—   Andando —enciende el motor del carro.

La Chica De HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora