CAPÍTULO SEIS

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CAPÍTULO 6

Abro los ojos de par en par, asustada

—   ¿Buscando?—pregunto alarmada— ¿de qué me hablas?

—   No tengo tiempo para darte explicaciones—dice soltándome al ver mi expresión.

Sacudo la cabeza sin entender y frunzo el ceño.

¿Me están buscando?, no lo comprendo. ¿Quién?

—   Escucha—me dice volviendo a acercarse— prometo que te lo explicaré todo, pero no ahora.

—   Creo que si me lo dices ahora será más útil—digo ahora frustrada— ¿de qué me estás hablando?

—   Entiende, no puedo decirte ahora—dice también frustrado.

—   ¿Por qué?—pregunto alzando la voz.

—   Porque es… peligroso—sus palabras suenan con cuidado.

Todo me da vueltas, resulta difícil para mi mente tratar de entender la situación si no me quiere ni decir quién me persigue.

—   ¿Peligroso?, ¿en qué sentido?—pregunto tratando de no sonar desesperada por saber algo.

—   Deja de hacer tantas preguntas, me estresas.

—   Y tú me confundes.

—   No puedo decirte nada por ahora, ya te lo dije, no presiones—dice sacudiendo la cabeza.

No puedo evitar molestarme, pero no sé si es por la actitud de él o porque no me quiere decir nada. Creo que es por ambas razones.

Pero, ¿cómo no voy a insistir?, necesito respuestas, no pierdo nada en intentarlo una vez más.

—   Por curiosidad—digo ahora más tranquila— ¿a qué te referías cuando me dijiste que no le diga a nadie lo que soy?

Voltea la mirada hacia mí y muestra una sonrisa de lado.

Aunque no pueda verle completamente el rostro, solo alcanzo a verle las comisuras de la boca.

Se acerca con paso hacia mí y susurra:

—   Pronto lo sabrás.

Abro los ojos. Es de noche todavía y hace frío, más frío de lo que hacía hace rato.

Cuando salgo de las cobijas, se me ponen los pelos de punta y me estremezco, si que cambió la temperatura. Pero necesito salir un poco, así que me pongo un suéter rosa con puntos blancos.

Salgo de mi nuevo cuarto y noto que no hace tanto frío fuera de la habitación, si no que está más cálido. Me dirijo hacia la sala de estar tratando de no hacer tanto ruido. Me dirijo hacia el gran ventanal que da al balcón, aunque llevo poco tiempo en esta casa, creo que este se ha convertido en mi lugar favorito.

Al llegar, deslizo la puerta transparente hacia la izquierda y el aire me desacomoda los cabellos -más aún- es frío pero agradable. Veo algunas luces desde la costa, deben ser fogatas, y no sé porque pero la idea de estar cerca de una fogata ya no me resulta una idea agradable…

Acomodo mis brazos en el barandal metálico pintado de blanco. Es bonita la vista. Las luces nocturnas y el ruido de los autos, bueno, de los pocos autos que hay.

Pienso en lo me dijo ese misterioso chico. «Te están buscando Alyssa».

¿Quién me busca? Y ¿por qué no me dijo nada ese cretino?

La Chica De HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora