CAPÍTULO DOCE

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Esta primera semana de clases, llegó a ser realmente extraña. Dylan no había aparecido desde el martes, ni siquiera había soñado con él ni nada por el estilo. Estaba prácticamente desaparecido. Leila se llegó a preocupar por él y me preguntaba constantemente, yo siempre le respondía que a lo mejor tenía un problema familiar. Sin embargo, su ausencia me llegó a inquietar también a mí.

Llegó el viernes y llegué a la escuela junto con Johan y Leila -como siempre-. Me tocaba Química, me despedí de ellos, ya que no teníamos esta clase juntos y me dirigí al salón para antes de que sonara el timbre. Al llegar pude escuchar a dos personas conversando, así que antes de cruzar la puerta me quedé quieta.

- ¿No confían en mí verdad? -esa voz me suena familiar.

- No puedo decirte lo contrario porque sería mentira -esa otra voz, serena y baja, también se me hace familiar.

- Si no confían en mí no es mi problema, ellos fueron los que me eligieron, aunque prácticamente fui obligado a hacerlo, y si fallo será su culpa, que eso te esté bien claro -me quedé pasmada al reconocer a quien le pertenecía esa voz.

- Tú sabes que si no cumples con esta misión, serás ejecutado...

- Lo sé, lo sé... -dice Dylan en tono despreocupado.

- Entonces, ¿por qué quieres renunciar? -le pregunta la voz de Matthew.

- Porque ella es imposible, no quiere practicar ni siquiera por su seguridad -se queja Dylan-. Si ella no quiere ¿qué puedo hacer yo?

- Convéncela, ya se te ha dicho en tu castigo.

¿Castigo?, no me cabe la menor duda de que hablan de mí.

- Si escuché -dice frustrado-, pero lo he intentado...

La risa de Matthew lo interrumpe. Tiene una risa muy extraña, hasta cierto punto daba miedo.

- Por favor Dylan, si crees que comportándote como un imbécil vas a lograr algo, estás muy equivocado.

- Suele funcionar con las demás chicas, uno de mis trucos y caen rendidas.

Instantáneamente pongo los ojos en blanco al imaginármelo con esa sonrisa de superioridad.

- Si quieres, puedo enseñarte algunos trucos -dice este orgulloso.

- Ponte serio Huntley, y sólo te aviso que ella no es como las demás chicas -cuando lo dice, no puedo evitar sentirme repentinamente alagada-. ¿No lo has notado?, porque yo sí y eso que no llevo tanto tiempo conviviendo con ella.

- Claro que lo he notado -responde Dylan después de unos segundos, pero el tono de su voz ha cambiado. Parece absorta y lejana.

Se quedan en silencio y gracias al comentario de Matthew, una sonrisa se forma en mis labios. El timbre suena haciéndome dar un brinco y para que no sepan que he estado escuchando la conversación me alejo un poco de la puerta y camino despacio.

Al entrar veo a Dylan en su lugar mirando hacia abajo pensativo. Cuando Mathew me ve, esboza una sonrisa y yo se la devuelvo. Dylan se percata de que he llegado y se me queda viendo muy serio.

Desvío la mirada de él para concentrarme en llegar hasta la banca. Entonces cuando me tomo asiento, el salón se empieza a llenar de alumnos, unos entran riendo y otros llegan todavía con la almohada marcada en la cabeza.

La compañera de Dylan llega hasta él para saludarlo coquetamente, él le sonríe y Rachel le da un beso en la mejilla mientras él le da otro pero, ¿en la comisura de la boca?, tenía que verlo venir...

La Chica De HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora