CAPÍTULO SIETE

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CAPÍTULO 7

Estoy agotada, me duelen mis manos y mis piernas. Necesito una ducha.

Johan se fue cuando terminamos de pintar la cocina. Me encuentro sentada en el suelo de mi habitación apreciando las paredes gris azulado y líneas con salpicadura blanca. No tengo idea, pero mi cuarto de este color, se parece al salón grande mis sueños, y estando en el siempre me siento tranquila.

Mi hermana está acomodando ya todo el apartamento para poder quitar las cajas de una buena vez.

No la estoy ayudando porque, no sé pero me encantó mi cuarto, da la impresión de que está cayendo nieve y no sé cómo explicarlo pero me hace sentir bien.

Decido ir ayudar a mi hermana, así que me pongo en pie y empiezo a andar hacia la sala.

Bueno, veo que ya no hace falta que la ayude porque ya terminó. Vaya, se ve realmente espectacular, las fundas de los almohadones combinan con las paredes, aparte puso papel tapiz con unos mosaicos realmente bellos, que le dan ese toque de sentirte en hogar.

Mi hermana sí que tiene talento para este tipo de cosas, es por eso que la contrataron en la empresa de diseño en la categoría de interiores.

Sale de la cocina con pintura en la cara, no sé que hace para que con cualquier cosa y en cualquier circunstancia, aunque esté machada de pintura, siempre logra verse bastante guapa. Las luces que se ven en la habitación son tipo beige, levanto la mirada al techo y veo lámparas muy elegantes y quedan muy bien con todo el apartamento.

—   ¡Vaya!, te luciste Bri—digo admirada— se ve realmente hermoso.

—   ¿En serio?, que bueno que te gustó.

—   ¿Cuánto tiempo estuve en mi cuarto?—pregunto con curiosidad— salí a ayudarte pero veo que los has hecho muy bien tú sola—se encoge de hombros y esboza una sonrisa de superioridad.

—   Ta has quedado casi dos horas, ¿qué andabas haciendo que te mantenía tan entretenida?—pregunta alzando las cejas— acaso… ¿pensabas en Johan?—dice guiñando un ojo y yo pongo los ojos en blanco.

—   Claro que no, solo admiraba como me había quedado, no sé…—me encojo de hombros sentándome en el sofá.

—   Mmm… ya veo—ríe y de repente se queda callada—cambiando de tema—se voltea hacia mí— mañana empiezas curso en tu nueva escuela—abro los ojos curiosa.

—   ¿Ah sí?—la idea de ir a la escuela me daba náuseas.

—   Y por pura coincidencia te digo que Johan va ahí—con solo pensar en que Johan iba en esa escuela, las náuseas se iban.

—   ¿Cómo es que me inscribiste tan rápido?

—   Ya había investigado las escuelas y esa se ve que es buena y como te había dicho antes, queda muy cerca de la casa.

Es un gran alivio que no tengo que usar uniforme.

—   Estupendo.

—   ¡Cierto!, dije que hoy íbamos a ir de compras después de pintar el apartamento—oh no—entonces dame un segundo para limpiarme la cara y quitarme estas fachas—en cuanto lo dice se levanta del sofá y con paso rápido se dirige a su cuarto.

Genial, unas de las cosas que nunca estaría en mi lista. Ir de compras. Bueno yo también mi limpiaré la cara.

Cuando nos dirigimos hacia el ascensor veo a alguien más esperándolo. Es Leila.

En el momento que llegamos a donde está ella, me mira y sonríe.

La Chica De HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora