Capítulo 7

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"-Comenzaremos con tu ropa, irás al centro comercial y dejarás de usar el color negro tan abundantemente. Así no llegarás a ser tan atractiva. Además, compraremos faldas. Luego, irás a la peluquería y cortarás tu cabello a capas. Pareces un oso peludo con ese pelo. También compraremos un champú que le dé brillo y suavidad. Finalmente, cambiaremos tus... formas de ser. Serás más positiva y te creerás la mejor. Harás gestos sexys y todos acabarán queriendo ser como tú. No tienes por qué mejorar con tus notas ya que yo no era un empollón, pero aun así lo harás. Yo morí y por eso no me hicieron falta, pero tú no."

Y ese era el plan de Connor para que yo fuera "la mejor del instituto", como el dijo. ¿Estaba de acuerdo con él? Absolutamente no. Ni de coña. Y, por cierto, ¿cómo es que este chico sabía tanto de peluquería y ropa? Me extrañó mucho que no me hablara de maquillaje. Quizá sabía mucho de ello porque era un chico creído y pijo. ¿Prueba número uno de ello, señoría? Su pelo totalmente engominado. Ni siquiera la muerte pudo despeinarle.

Hablando de su muerte, aún no sabía cuál fue su trágico final. No parecía haber desaparecido por una enfermedad ya que se le notaba bastante sano y fuerte. Incluso pude distinguir que tenía abdominales cuando su camiseta blanca se le pegó más al cuerpo al flexionarse. Estaba desesperada por quitarle la chaqueta y ver sus musculosos brazos.

Era lunes y aún me encontraba en el hospital. Creo que fue el peor fin de semana de toda mi vida. El lado bueno es que hoy podía perderme las clases. Mi hermana y mis padres habían estado conmigo todo el tiempo. Lo peor fue explicarles lo que pasó. Sólo les dije que me sentía impotente y que mi negatividad había vuelto, que me consideraba una mierda a mi misma y por eso me corté. Parece que mi excusa les convenció, pero me quitaron la navaja. Algo de lo que Connor se alegró mucho.

Kayla vino a visitarme después de clase. En cuanto abrió la puerta, entró corriendo a darme un abrazo como había hecho mi madre la primera vez que me vio postrada en la cama del hospital. Cuando se separó, noté sus ojos brillantes. Estaba conteniendo las lágrimas. Se sentó en el lado izquierdo de la cama con cuidado de no aplastarme. Connor la observó de arriba abajo con el ceño fruncido desde mi lado derecho. No se había separado de mí durante todos estos días. Kayla cogió mi mano y dejé de mirar a Connor disimuladamente.

-¿Por qué lo hiciste?- Susurró. Algo dentro de mí se rompió. Me daba mucha pena que las personas a mi alrededor sufrieran por mí. Esa era una de las razones por las que quería quitarme del medio.

Suspiré y miré hacia abajo. Yo quería olvidar todo lo que había pasado, no me gustaba nada hablar de ello. Sin embargo, sabía que Kayla no se quedaría tranquila hasta saber la respuesta, así que decidí contarle la verdad.

-En realidad he mentido a mis padres.- La miré mientras su rostro expresaba sorpresa. Mordí mi labio.- No les diga la verdad, por favor, me siento ridícula y sé que eres la única que puede comprenderme... No lo hice porque me sentía una mierda. Lo hice porque recibí una foto de Wes besando a Kate, una puta que conocí cuando fuimos a comprar mi vestido para la fiesta.

Kayla asintió con la cabeza. Sabía que me entendía. No es como si ella hubiese pasado por esto, pero sabía lo que sentía. Una de las cosas que más me gustaba de Kayla era que siempre se ponía en el lugar de los demás. Connor, en cambio, me miró sorprendido y gritó:

-¿¡Qué!? ¿¡Por un chico!?

Por suerte, era yo la única que podía escucharle. Las paredes del hospital podrían haber retumbado por su grito. Incluso comenzó a hacer más frío.

¿Es que acaso él no lo sabía? Pensé que había visto la foto al mismo tiempo que yo. Ya sentía su presencia en ese entonces. ¿Qué estaría haciendo para no darse cuenta? Hice caso omiso de él y me fijé en Kayla.

La rarita y el fantasma popularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora