Capítulo 26

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Miré a mi alrededor. Había varias puertas que llevaban a distintas habitaciones, pero todas estaban cerradas. Escuché que Connor me seguía, así que decidí hacer lo que todo fantasma normal haría.

Traspasar la primera puerta que vi.

En el proceso, cerré los ojos asustada de no conseguirlo, pero lo hice. ¡Lo conseguí! Y eso sin entrenamiento ni nada como en los libros.

Aunque al abrirlos, me quedé totalmente paralizada. Me había equivocado de habitación. Esta no era la del pequeño niño, sino la de una señora.

Una señora que no podría estar viva ya que me observaba fijamente. Después, sonrió. Aunque todavía existía otra probabilidad: que fuera la abuela de Kate, la medium.

-Lo siento, yo... Me he equivocado.- Tartamudeé algo insegura. ¿Había más fantasmas aquí?

-No te preocupes.- Dijo la señora sonriendo.- Debes de ser la nueva chica. Connor nos ha hablado mucho de ti, pero creíamos que aún no estabas preparada para esto.

-Ehm... Necesito acostumbrarme de una vez, supongo.- Dije alzando uno de mis hombros y dejándolo caer.

La señora rió. Me cayó bien al instante. Parecía una dulce y sabia ancianita, una especie de abuela.

-¿A quién buscabas? Los fantasmas no traspasamos paredes sin ningún motivo. Excepto el pequeño Jhon cuando se aburre y decide saltar de un lado a otro.

-En realidad busco a Jhon. Creo que Connor lo asustó cuando le dijo que dejara de incordiarme con tantas preguntas.

Asintió con la cabeza y se levantó de la mecedora en la que estaba sentada tejiendo algo con lana. Me pregunté si los vivos podrían ver aquello o no.

Sería interesante ver cómo alguien se asusta al ver dos agujas con lana tejiéndose de la nada en el aire.

-Acompáñame.

Atravesó la puerta y yo hice lo mismo. Connor no estaba por ningún lado, así que me sentí más o menos a salvo. No quería que me prohibiera hacer cosas por "protegerme".

La anciana de la que aún no sabía el nombre y yo, caminamos hacia unas puertas más a la derecha. Se detuvo en una de ellas y llamó. Segundos después, pudimos escuchar una aguda voz diciendo: «adelante».

Volvimos a atravesar la puerta y allí, encima de una pequeña cama, encontramos al pequeño niño sentado mientras envolvía sus brazos alrededor de sus rodillas y miraba hacia abajo deprimido. Sabía que su dolor se debía a lo que había ocurrido conmigo.

Cuando se dio cuenta de que no sólo era la anciana la que estaba en su habitación, levantó la mirada y cuando nuestros ojos se cruzaron, los abrió aún más sorprendido. Me dolió ver unas pequeñas lágrimas en sus ojos.

-Hola, Jhon, vengo a disculparme por lo de antes. Estaba asustada y... no sabía cómo reaccionar.- Dije extendiendo mi mano para que me diera la suya.

Inseguro, apoyó su mano en la mía y cuando supo que todo se había arreglado, sonrió y salió de la cama de un salto.

-¿Quieres que vayamos a dar un paseo? Puedo enseñarte el bonito jardín de flores que hay al lado.- Dijo emocionado.

Me reí y miré a la anciana. Ella nos sonrió y se fue.

-Primero deberíamos encontrar a Connor.- Le dije al pequeño. Su sonrisa desapareció un segundo.- ¡Hey! No se ha enfadado contigo, sólo estaba asustado por mí. No te preocupes.

-¿Seguro?- Me preguntó esperanzado.

Me agaché a su lado y miré a sus ojos castaños.

-Seguro, seguro.- Dije dos veces.

La rarita y el fantasma popularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora