-¿¡Una cita!?- Exclamó Kayla con los ojos como platos.
Sí, acababa de contarle lo de mi cita con Wes y ya estaba alucinando. Aunque no la culpo, yo estaba de la misma manera cuando me lo propuso.
-Sí. Será mañana.
-¡Aaaaah!- Gritó de emoción mirando al cielo. Por desgracia estaba nublado.- ¡Te acompañaré a comprar ropa esta misma tarde! ¡Estarás guapísima!
Y volvió a gritar de alegría. Sonreí de nuevo. Me hacía tanta ilusión que me dolía la cara de sonreír. Pero... cuando habló sobre ir a comprar ropa, me acordé de algo. O mejor dicho: de alguien. El idiota fantasma popular. Sí, Connor. Él me dijo que hoy iríamos a comprar ropa para mi cambio de look, pero aún no había aparecido a mi alrededor. Quizá estaba en casa, pero quién sabe. Le resté importancia.
-Vale. Pero, ¿tienes la tarde libre? Es que a lo mejor no me compro ropa sólo para la cita. También me gustaría comprar algo nuevo para llevar a diario.- Le dije algo sonrojada mientras miraba mi ropa oscura. Connor me dijo que tenía que dejar de usar el color negro.
Kayla abrió los ojos de nuevo sorprendida y me sonrió como si su vida dependiese de ello.
-¡Por supuesto! ¿Sabes cuánto llevo esperando este momento? ¿El momento en el que por fin me pedirías que fuéramos a comprar ropa juntas?- Negué con la cabeza. La verdad es que nunca había ido a comprar ropa con ella excepto el otro día cuando fuimos a por el vestido de la fiesta. Sin embargo, me sentí muy bien al saber que se alegraba mucho de que se lo pidiera.- ¡Mucho! Ya verás, vamos a comprar lo más genial de las tiendas. Tengo toda la tarde libre.
-De acuerdo.- Dije riendo.
Nos despedimos y entré en mi casa lista para ir a comer. En cuanto entré a la sala, me detuve y traté de aguantar una carcajada poniendo una mano en mi boca. Mi hermana estaba bailando con su móvil en la mano mientras daba saltitos de alegría y gritaba: «¡Sí, sí!». Cuando se dio la vuelta, me vio y se paralizó abochornada. Ahora sí que no pude evitar reírme como una loca. Ella se sonrojó y caminó hacia mí mientras me daba manotazos en el brazo y decía:
-No te rías.
También fingía llorar falsamente. Cuando pude calmarme de reír, la miré. Estaba sonrojada. ¿Qué le pasaría a mi hermanita pequeña?
-¿Por qué estabas así?- Pregunté sonriendo.
-Por nada.- Dijo ocultando una sonrisa y agachando la mirada.
-Yo creo que hay algo y como buena hermana mayor necesito saberlo.- Dije cruzándome de brazos fingiendo estar enfadada.
Ella levantó la cabeza y sonrió.
-¡Voy a salir con un chico!
Sonreí como tonta. ¿Ella también? ¡Las hermanas Evans estábamos que nos salíamos!
No actuaría como la típica hermana sobreprotectora, pero sí le daría un consejo.
-Yo también tengo una cita, mañana. Pero ten mucho cuidado. Si ves que actúa raro o mira a otras chicas, déjalo. Y si intenta meterte mano, también. No quiero frescos al lado de mi hermanita pequeña.- Dije haciendo un pequeño puchero. No había sido muy sobreprotectora, ¿verdad?
Helen me miró con los ojos como platos y, sonrojada gritó.
-¡Déjame en paz!
Sabía que no se había enfadado, pero corrió avergonzada hasta su habitación. Me reí un poco y después, suspiré recordando mi vida. ¿Estaría Connor de nuevo? No lo creía. Lo dudaba mucho. Pero me gustaría mucho pedirle disculpas por las palabras que utilicé. No fui muy buena con él y le espanté. Todo era mi culpa. Volví a suspirar y caminé lentamente a mi habitación observando el suelo.
ESTÁS LEYENDO
La rarita y el fantasma popular
Fantastique¿Nunca has sentido que no estás sólo del todo? ¿Nunca has sentido a alguien a tu alrededor aunque no puedas verlo? Tranquilo, no estás loco, alguien está ahí de verdad. Pueden recorrerte escalofríos, puedes sentir un soplo de aire contra tu oído, pu...