Capitulo XIII. Pesadillas

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La tierra tiembla, el aire ruge, y yo corro, corro tan fuerte que los músculos de las piernas me arden, escucho mi respiración y siento que los pulmones me arden por el esfuerzo, pero no paro de correr, sé que no puedo detenerme, que debo llegar a tiempo, ¿a tiempo?, ¿a tiempo para qué? Siento tanta desesperación que quiero llorar, ¿en dónde está?, no la encuentro por ningún lado. De pronto la veo, esta tendida en un charco de sangre agonizando, segundos después veo el alma de Daniela salir disparada hacia el cielo.
¡No! , no, por favor no...

Despierto sobresaltada y empapada en sudor, me toco el rostro y aún siguen calientes mis lágrimas, estuve llorando y mucho, me tiemblan las manos y siento el pecho adolorido, siento una opresión en mi corazón, y siento mucho miedo. Poco a poco se me normaliza la respiración, y consigo calmarme, aunque no del todo. Intento sacarme esa imagen tan espantosa de la cabeza, Dani no está en la cama y eso no hace más que inquietarme de nuevo. Como no consigo calmarme decido que lo mejor será levantarme.

Actualmente residimos en la ciudad de México, vivimos en una propiedad bastante grande que era del guardián de Uriel, 1000 metros cuadrados de puro terreno, con áreas verdes, y una casa estilo colonial moderna de 4 niveles, la cual fungía anteriormente como hacienda. Y la cual seguimos agrandando, ya que seguimos sumando miembros a la familia. Mi habitación se encuentra en el segundo piso, cuando llego a la planta baja escucho ruidos en el patio y decido asomarme por uno de los ventanales.

Daniela y Miguel se encuentran entrenando. Se les ve muy concentrados, están sudorosos y agitados. El pecho de Miguel sube y baja por el esfuerzo y la falta de aire en los pulmones. Daniela por su parte está sudada y algo despeinada, pero se le ve bastante bien, tiene una resistencia bárbara, está en excelente condición física. Miguel bloquea cada golpe y patada de Daniela, pero ella lanza los golpes cada vez más rápido y con una agilidad que la hace ver sobrenatural.

Dani le lanza una potente patada directo al pecho y miguel sale disparado hacia atrás y cae de lleno en la tierra, el golpe le vacía los pulmones y por más que lo intenta no logra ponerse de pie. - ¡me rindo, basta ya! - le suplica Miguel simulando ondear una bandera blanca con la mano, y deja caer la cabeza en la tierra, quedando completamente despatarrado en el suelo.

-Oh vamos, no seas nenita hermano- se queja Daniela y se le avienta encima solo para dejarse caer a su lado y ponerse a ver el cielo mientras platican de cosas sin importancia, así sin más el entrenamiento termino y ahora están riendo a todo pulmón mientras Miguel les encuentra las formas más extrañas y ridículas a las nubes. Como la que están viendo en ese momento, él jura que tiene forma de Don cangrejo, y Daniela se ríe sin parar diciéndole que esta chiflado.

No puedo evitar sonreír, se les ve tan relajados, como si no tuvieran ninguna preocupación en la mente, ojalá me sintiera yo así, no puedo apartar la imagen de Daniela tirada en un charco de sangre, sé que fue un sueño solamente, pero el solo pensar que eso pudiera pasar realmente me llena de angustia y sacudo frenéticamente la cabeza para despejarla de semejante atrocidad. De pronto escucho un carraspeo detrás de mí.

- ¿Qué es lo que tanto te perturba hermanita? - me giro y me encuentro con la mirada preocupada de Uriel, se encuentra recargado en la pared y trae una taza de café en la mano. - ¿hace cuánto que estas ahí fisgón? - le pregunto con cariño y le dedico una sonrisa. - ¿Fisgón yo? -, mira quien habla, dice a su vez y me devuelve la sonrisa. - Ya enserio, ¿Por qué te vez tan preocupada?. Por favor no me digas que no es nada, porque he aprendido a conocerte y sé que algo te preocupa y mucho, confía en mi Ángela- se por su tono de voz que está preocupado por mí y no cesara hasta sacarme la verdad. Le cuento mi sueño y de inmediato cambia su expresión, si algo me gusta de Uriel es que él no es como el resto de las personas, que siempre te dan por tu lado y te dicen algo para restarle importancia a la situación y pasar de página.

- ¿Crees que sea solo una pesadilla, o crees que se trate de una premonición? - se le nota serio y una arruga de preocupación e interrogante surca su entrecejo. - no lo sé, pero espero que se trate de una simple pesadilla, porque de lo contrario no sé qué hacer para evitarlo, me aterra el pensar que algo así les pueda pasar a cualquiera de ustedes. - Me paso las manos por el cabello y lanzo un suspiro sonoro y cargado de frustración.

- Sé que así es, tú siempre haces lo posible para protegernos y que estemos bien en cualquiera de los aspectos, pero, aunque no lo digas se perfectamente que ese sueño te perturba tanto porque se trata de Daniela, digas lo que digas ella es la mujer a la que amas y eso lo hace doblemente terrible para ti, ¿o me equivoco? - me pregunta extendiéndome la taza de café e invitándome a tomar asiento en la silla del comedor.

- No puedo negártelo, me aterra el hecho de pensar que ella pueda llegar a morir, sé que es una gran posibilidad que al final de esta guerra todos acabemos muertos, pero prefiero no pensar en eso, aun albergo la esperanza de que todos salgamos bien librados de esto. - le digo con tanta nostalgia que creo que en cualquier momento se me saldrán las lágrimas.

Me mira y se acerca tan rápido que me toma por sorpresa, me abraza tan fuerte que siento que me truena la espalda, y suelto un gruñido, él se ríe y me suelta. - lo siento, a veces no mido mi extremada fuerza, es que soy tan varonil- se mofa y muestra el musculo del brazo y se besa el conejo. Soltamos una carcajada al mismo tiempo y le doy un golpe en la cabeza. - ¡no seas payaso Uriel! - como quiero a este chico.

-Vamos a almorzar hermanita, las penas con pan son menos, además "mama D" hizo tu desayuno favorito- suelto una carcajada al escuchar que llama a Daniela "mama D" pero enseguida mi estómago protesta y salgo corriendo a la cocina. - Acábatelo, ya todos desayunaron haragana, eres la única que aún no se levantaba- aparto la vista del sarten con huevos y tocino y le hago una seña obscena con el dedo medio. A lo que él responde con una mueca de indignación fingida y me lanza un beso en el aire.

Una vez que devoro los huevos con tocino, los hotcakes y el té de canela, subo a lavarme los dientes y a cambiarme, salgo al patio a entrenar con los chicos. Uriel ya está esperándome junto a Daniela y Miguel, en cuanto me ve se pone de pie y me dice entre dientes- pagarás por ese dedo te lo voy a arrancar - y se lanza contra mí.

Alcanzo a escuchar cuando Daniela le dice a Mike - te apuesto una hamburguesa con papas fritas y una coca cola bien fría a que gana Angie, a que Uri no le dura ni 10 minutos.
-trato hecho, tú pagas si Uriel dura más de 10 minutos de pie, pero te cambio la Coca-Cola por una cerveza bien fría - le responde Miguel, se le ve emocionadísimo, ama ganar una apuesta tanto como ama las hamburguesas .

Uriel protesta indignadísimo por la falta de confianza en sus habilidades de combate. Yo solo me rio y les digo que yo también quiero una hamburguesa y me responden que para eso tengo que ganar. A lo cual respondo con un mohín exagerando.

Una hora después estamos comiendo hamburguesas en el patio y tomando unas cervezas todo patrocinado por Miguel. Uriel devora su hamburguesa y jura que se dejó ganar, yo le contesto que de seguro así fue y me lanza otro beso. Acto seguido se toma de un trago la cerveza y suelta un sonoro eructo.

Me como la hamburguesa despacio, la verdad es que estoy sumida en mis pensamientos y no logro seguir el ritmo de la conversación, de pronto siento una mirada y cuando alzo la vista Daniela está mirándome fijamente, tiene la botella de cerveza a unos centímetros de la boca, y cuando cruzamos miradas, entrecierra los ojos, como preguntándome que va mal.

-No te voy a dar de mi hamburguesa si eso es lo que estás pensando, yo me la gané - le digo rápidamente, haciendo un puchero y sacándole la lengua. Solo se ríe, pero sé que no se traga eso, sabe que algo me incomoda, y sé qué hará hasta lo imposible para saber lo que es. Odio ser tan transparente, debo trabajar más mi cara de póker, pero es que no le veo el caso a ocultarle algo a mi familia. Después de todo somos lo único que tenemos. Voy a tener que decirle lo que me preocupa.

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