Capitulo XIV. Sorpresas y rumores.

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Son las tres de la mañana y hace un calor espantoso, el aire acondicionado está a todo lo que da y yo no logro quitarme el maldito calor, Daniela protesta cuando lo pongo al máximo, pues el viento le vuela el cabello y eso no le permite dormir, ¿es enserio que no sienten calor? Acaso están locos, siento que en cualquier momento mi piel se derretirá como en los episodios de las caricaturas. Y todos duermen placenteramente, pero nadie me pide apagarlo, ya que el sudor que me corre por el cuerpo entero los convence de que efectivamente algo va mal conmigo.

¿Qué rayos me pasa? parezco menopaúsica, decido que lo mejor será apagar el aire acondicionado antes de que nuestras mascotas mueran congeladas por mis achaques y me doy otro baño con agua fría, después de eso salgo al patio y me siento en una de las sillas del jardín, y enciendo un cigarrillo. El cielo está hermoso, como estamos a las afueras de la ciudad, aquí se pueden ver claramente las estrellas, parece un mantel bordado con diamantes.

Solo se escucha el canto de los grillos y las cigarras, es un sonido muy relajante. Llevo aproximadamente cuatro semanas sintiéndome de lo más extraña, fue desde que regrese de la muerte. Mis sentidos están mucho más desarrollados, pero no me refiero solo a la vista, el oído, el olfato y el tacto, es algo más. Percibo esos pequeños cambios en el ambiente, desde hace tres semanas me he percatado de que la temperatura ha cambiado, hace mucho más calor, es como si hubieran encendido todos los hornos en las cocinas del mundo, al mismo tiempo.

Se perfectamente que esa sensación se debe a que se están abriendo cada vez más las puertas del infierno, hay muchísimos portales alrededor del mundo que van hacia ahí. Cada vez que se abre uno, lo siento. Cada vez que algún demonio llega a la tierra y posee a un ser humano lo siento, cuando una persona pierde la fe y se deja llevar por la maldad lo percibo dentro de mí. Siento el dolor ajeno con más intensidad que antes. Pero también percibo otras cosas. Percibo las buenas obras, el amor, la caridad, la humanidad, lo percibo todo. Percibo cada cambio.

El mundo está cambiando, donde debería hacer frío hace mucho calor, donde nunca antes hizo frio ahora hay tormentas de nieve, tormentas eléctricas, tornados azotan países destrozando todo a su paso, los incendios forestales están a la orden del día, inundaciones, sequías, masacres, amenazas de guerras. El mundo está hecho un caos. Pero dentro de ese caos aún hay muchas personas tratando de hacer un cambio, tomando conciencia del cambio climático, poniendo su granito de arena para mejorar nuestro mundo.

Algo me dice que Wenda también percibe todas estas cosas, lo veo en sus ojos, en su cuerpo, y en las blusas de tirantes que viste, se supone que nosotros al ser Riuyíns estamos ajenos a ese tipo de incomodidades, pero creo que cuando volvimos, algo cambio en nosotras. Ahora entiendo por qué nuestros padres cayeron en tentación, la naturaleza angelical no te exime de esas sensaciones, del amor, de la pasión, de las emociones, sentimos todo con más fervor. Estoy sumida en mis pensamientos cuando algo me llama la atención. Siento que alguien se acerca rápidamente a mí y está mal herido.

Me pongo de pie y le doy una última fumada a mi cigarro y lo tiro al suelo. No me sorprende nada el ver los círculos de protección que pusimos por todo el terreno brillar intensamente. El jardín completo se llena de color y un velo aparece envolviendo todo el terreno, como si se tratara de un campo de fuerza. Después de tantos encuentros desagradables con los Shedim tuvimos que disponer de todos los medios para protegernos de ataques sorpresas.

Frente a mi aparece una luz violeta intensa, no tengo duda de que se trata de un portal. Y de él salen una mujer de aproximadamente 25 años y un niño pequeño de aproximadamente cuatro años. Los círculos están hechos específicamente para que los Shedim y todos aquellos que deseen dañarnos no los puedan atravesar y mueran en el intento, pero si para para que los Riuyíns que necesiten llegar a nosotros, o algún humano que necesite ayuda pueda atravesarlos sin ningún problema. La mujer cae de bruces llevándose al niño con ella. Y yo corro hasta ellos. En menos de lo que esperaba Wenda y Daniela ya están corriendo hacia nosotros.

Los Riuyins.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora