Ha pasado un año desde que vi a mis padres y regresé a la vida, sumamos muchísimos integrantes a la familia en ese lapso de tiempo, nos encontramos en el templo de Kukulkán, en la zona arqueológica de Chichén Itzá. Son las seis de la tarde y el clima es frío, hace mucho viento y se respira un a gran tensión en el ambiente. Llevamos cerca de tres horas esperando, revisando cada estructura, pendientes del movimiento de los turistas, de alguna situación sospechosa.
Desde donde nos encontramos se ven perfectamente las pirámides. Ya están cerca, en un momento todo era ruido, risas de turistas, música de chamanes practicando limpias a las personas por una módica cantidad, jugueteos de niños, animales y un momento después se escucha un completo silencio, es como si todo se hubiera puesto en pausa, hasta las personas se percatan de que algo pasa pero no logran adivinar lo que es, solo se miran unos a otros con intriga.
De pronto se siente la tierra temblar y una trompeta suena en el cielo, se escucha fuerte y claro, un sonido de lo más siniestro, de no ser por qué tengo la certeza de que es mi padre tocando una de las trompetas del apocalipsis estaría igual de desconcertada y sumamente asustada.El viento arrecia y la tierra tiembla con fuerza, los turistas corren en todas direcciones, mis hermanos y yo nos tomamos de la mano y permanecemos unidos. De pronto de las puntas de las pirámides sale un rayo que sube hasta el cielo cortando las nubes, se ve impresionante, el cielo se torna de un color rojo sangre y la trompeta suena con más fuerza.
Y como si de pesadillas se tratara, el temblor provoca una grieta en la tierra y está se va haciendo cada vez más grande y profunda, las pirámides se tambalean y empiezan a caer en pedazo, esas que hasta hace unos minutos eran consideradas patrimonio de la humanidad se desmoronan y caen pedazo a pedazo dentro de la grieta, el viento silba y nos golpea con fuerza, pareciera que en el viento se escucharán miles de lamentos, y con un fuerte estallido de la grieta surge fuego, humo y ... - ¡Allí vienen, prepárense! Grito para que me escuchen, a través del estruendo.
¡Es impresionante!, da la ilusión de que miles de pájaros llenan el cielo, a través de la columna que atravesó el cielo proveniente de la pirámide, bajan miles de Ángeles de todas clases, tan iguales y tan diferentes a la vez. Y de la grieta miles de demonios surgen tan hambrientos de destrucción y sangre.
Los turistas y personas que viven cerca de la zona arqueológica corren despavoridos y de vez en cuando alguno cae al piso y se retuerce entre gritos de miedo y de dolor, al pasar unos minutos se levantan completamente transformados en Shedim, es escalofriante.
Miro a cada uno de mis hermanos, uno por uno. Hay intensidad en sus miradas, valor, también miedo y preocupación, los miro detenidamente y les sonrió para infundirles valor y hacerles saber que los protegeré hasta el final, que somos familia y que juntos afrontaremos esto. Hacia nosotros se aproximan miles de Shedim, demonios y ángeles.
Suelto a los chicos y justo encima de nosotros aparece mi padre junto a una mujer hermosa, un Ángel con tres pares de alas de fuego, es una Serafín y estoy casi segura que es la madre de Daniela. Él me sonríe y nos grita - ¿están listos? - Le sonrió y avanzó, extiendo la mano, plantó la suela de la bota en el piso e invocó el toque de ángel, en mi mano se materializa una espada hecha de pura luz, ni siquiera tiene cuerpo solo es una columna de luz que es una extensión de mi mano. Los demás me imitan y corremos hacía los Shedim gritando a todo pulmón con toda la intención de matar a todos los que podamos antes de que nos maten.
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Los Riuyins.
Fantasy- Tienes que decirme lo que está pasando, ¡por favor no entiendo nada! - le digo casi al borde de las lágrimas. - Empecemos por el principio, eres adoptada y no eres humana. Ángela es una psicóloga especializada en tanatología quien después de la m...