Como si fuera el último día

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POV Camila

Me senté a tomar el té, mientras observaba el gran jardín que estábamos construyendo. Algunas ideas rondaban en mi mente; quería que la piscina tuviera protección y quizás poner algunos juegos infantiles cerca. Un tobogán.

—¿Cuatro pequeños, Lauren?

—¿Te parece mucho?

—¡Claro! Dos, como máximo.

—Pero, amor — se quejó — imagina cuando tengan que jugar. Solo dos será muy aburrido. Si llegan a pelear no tendrán otro hermanito para hablar. —Eso me hizo reír.  — Vamos, imagínalos en nuestra futura casa, jugando en el jardín, con un tobogán gigante que los lleve a la piscina, ¡Eso, un tobogán! Amor, por favor, tengamos un tobogán. — Me miró con cara de cachorro y no pude evitar besar sus labios.

Suspiré tras recordar ese momento. La extrañaba demasiado.

Ya casi se cumplían cinco años desde su partida.

—Vamos a pasarla genial, ya verás —dijo con mucho entusiasmo llevando nuestras maletas.

—¿Me dejarás salir de la habitación del Hotel?

—Bueno... los primeros dos días no. Serás totalmente mía. Luego iremos a conocer París.

—Suena tentador.

—¿El hacerte mía?

—Conocer París— dije jugando con ella y abrió su boca fingiendo estar indignada.

Contuve las lágrimas que querían salir y subí a mi dormitorio para recostarme. Los malestares se hacían cada vez peor.

—¿Aceptas? —La miré totalmente emocionada sin poder creerlo —¿Quieres ser mi esposa, Camz?

—Sí, sí quiero. — dije llorando y ella colocó el dedo en mi anillo — Te amo.

—Te amaré siempre, lo prometo, cada día de nuestras vidas, como si fuera el último día.

—Como si fuera el último día.

Ese había sido el mejor y el peor día de mi vida. Nos habíamos jurado amor eterno y horas después la había perdido para siempre.

Lo que debía ser una semana de escape romántico y el inicio de una nueva etapa en nuestra relación, terminó siendo la mayor tragedia de mi vida. Estuvimos, por desgracia, en el sitio de un atentado terrorista. Hubo una gran explosión, las personas enloquecieron y perdí a Lauren. Recuerdo haber sido golpeada por algo y luego despertar en medio de la multitud en otro lado de la ciudad. Busqué desesperada a Lauren, grité, lloré, pero ella no apareció. Estaba desorientada y sola en un país que no hablaba mi lengua. Las lineas telefónicas y las señales estaban caídas así que no me podía contactar con mi familia.
Las semanas pasaban y Lauren no aparecía en ninguna lista de los hospitales.
A los días mis padres viajaron a apoyarme y traerme de regreso a casa. Supuestamente las autoridades se encargarían de la búsqueda y me ordenaron dejar el País.

Tiempo después a Lauren la dieron por muerta.

El primer año fue horrible, pero no dejé de buscar. Volví a París porque tenía la idea de que ella estaba viva, pero no obtuve ningún resultado, solo una depresión que estaba acabando conmigo. Al año siguiente, tras asistir con un psicólogo, me convencí de la realidad. Lauren había muerto.

Mi familia y amigos fueron de gran ayuda. Sin ellos jamás lo hubiese podido superar. 

Por ellos fue que años después conocí a Julián, mi futuro marido, y hoy esperábamos a nuestro primer hijo.

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