A Votre Merci [En curso]

VIII

⚠Lenguaje vulgar.

—¿Van a dejarme jugar con ella?

—Búscate cualquier zorra para mutilar, SeokJin. Eve puede hacer muchas cosas con su lengua y sus diez dedos aún —repuso Hoseok.

—No quiero lenguaje soez alrededor de la princesa. ¿Quedó claro lo que les dije o tengo que pasar dos horas más viendo sus caras?

—Namjoon, te estás pasando de la raya —masculló Taehyung tomando el hombro del mencionado.

Namjoon se zafó al instante.

—¿Me hablas de límites? No hay problema con eso, yo soy quién va a definirlos. Por lo tanto, quiero que controles a tu pandilla de animales si no son capaces de comprender lo que digo.

Cada fibra conformando el cuerpo de Taehyung vibró ante la impotencia.

—Me parece que he creado un monstruo.

—El monstruo ya existía antes de que tropezaras con él. ¡Largo todos!

—¿Este pintor de quinta va a seguir tratándonos como si fuéramos sus putas? ¡Cree que puede despedirnos cuando quiera! —reclamó Yoongi.

—Trato a cada uno por lo que son. Tú dime.

—Min, eres su puta —se burló Jimin—. Pero me importa una mierda. ¿Cuando puedo sacar a la niñata de aquí?

—Eve no sale de aquí —sentenció Namjoon.

—Puedo follarla en cualquier superficie de esta casa, por mí no hay problema.

—La princesa tiene un período de tiempo para asimilar la situación. Mejor esperen sentados y dejen de joder. Váyanse.

Ninguno se movió de su lugar hasta que Taehyung se levantó y apenas en un grave susurro dijo:

—Me comunicaré con ustedes después. Mi socio se está tomando muy en serio su disfraz de guardaespaldas.

—Culo, si no —finalizó Yoongi.

Los cinco hombres restantes asintieron y salieron del penthouse.

—Piérdete, Taehyung.

Namjoon se abrió paso hasta su habitación, encontrando a Layla examinando el lomo de un par de libros ubicados en una pequeña estantería. Al notar la sensación de ser observada, adoptó de manera atropellada la posición de reposo.

—Disculpe, señor Namjoon. Estaba viendo sus libros.

—Me dí cuenta —murmuró él con un atisbo de diversión en su voz—. ¿Viste algo interesante?

Ella alzó la vista hacia los ojos del mayor, se reprendió en seguida y examinó el pequeño agujero en su propio pantalón de mezclilla.

—Pues, encontré un título. Mamá lo tenía en francés en su biblioteca, pero eran de los prohibidos.

—Claro, no podías leerlos hasta que fueras mayor. Aún no puedes.

—Sí, señor. Lo sé, le ofrezco una disculpa.

Layla se acercó a Namjoon a gatas y posó su frente en la mano llena de tintes para después dejar un beso en el dorso.

—Acepte mi disculpa, señor, por favor.