XIV

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—Les daré privacidad para que junten sus pertenencias. Por favor no tarden, mi chófer espera abajo.

Taehyung anunció y dió un paso atrás. ¿Por qué tendría prisa la aventajada liebre?

Por el contrario, Layla estaba contemplando el temor. El miedo relacionado a un mundo desconocido amenazándola con la idea de trasladarse para ser torturada. Atravesar una puerta que llevaba a un lugar terrible y al dolor que siempre ha querido evitar. O cumplir su rol.

Si comparaba cuál la paralizaba más, ambas opciones resultan igual de aterradoras. No obstante, desempeñar un papel sumiso era su única herramienta para sobrevivir. Jeanne notó como se tambaleó, leyendo en su rostro la desesperación que el debate le ocasionaba. No era un maniquí para guardar silencio y dejarse manipular.

Merci monsieur. Permítame ayudar a la princesa y estaremos listas en un segundo.

—Odia que le hablen en francés. No lo hagas de nuevo.

La respuesta de Eve fue dura y su expresión estoica no ayudaba a la frágil estabilidad de él. Taehyung hizo crujir el cuello mientras sonreía, con un chasquido de apreciación admiró la fuerza que empezaba a florecer en la princesa.

—Me conmueve que te preocupes por mí, pero entiendo que tú amiga todavía no conoce las normas de mi casa. No hay problema, tú pagarás por ello después.

—Eso crees.

Jeanne la arrastró con impaciencia a la habitación que ocupaban.

—Sé inteligente, Layla. Habla con él y sé amable. Tu puedes hacer eso.

—¡Pero, Jeanne, tú no lo conoces! Me va a llevar a esa mansión otra vez.

—Baja la voz.

Susurró y la arrastró hasta un rincón del armario vacío.

—Ninguno de estos hombres será un caballero contigo, es mejor que no lo esperes.

—Quiere acabar conmigo, mandar mi fuerza de voluntad al caño. Se trata de sobrevivir.

—O peleas o te sometes. Lo sé, Layla. ¿Que quieres probar? ¿Quieres que te maten? Será lo último que hagan.

Era la más compleja conversación de cinco minutos. No tenía tiempo de meditar, masticar y digerir la connotación de esas palabras afiladas. Era matar o morir. No, no era tan ventajoso. Era morir lento o rápido. Menos o más sufrimiento significa sufrimiento al fin.

Eve volvió a su posición impasible. Solo quería llorar, sentarse y decir que su vida es un desastre. Caerse a pedazos. Tener tiempo para eso. Para su desgracia, la vida se le ha ido en un instante y debía correr para alcanzar al menos un trozo de aquella pequeña catástrofe.

Permaneció en silencio, Jeanne cargó pocas cosas y se afanó en salir. Para Eve fue un desafío cruzar la puerta que daba al ascensor. Dando un traspié cuando comenzó a descender al estacionamiento.

—Amo.

—¿Si, princesa?

—¿A dónde nos lleva?

—Sube. No debiste pasar tanto tiempo encerrada en este apestoso lugar. Te daré lo que mereces.

—¡No!

Se resistió a la mano en su cintura insistiendo en hacerla subir. Dió una palmada a la puerta del lujoso deportivo negro y la cerró.

—Debe prometerme que mademoiselle Jeanne estará bien.

Él lamió sus labios lentamente antes de gritar y empujarla contra el coche en un arrebato de ira.

—¡No debo prometer una mierda! ¿Quién te crees que soy, ah? DongHae, ábreme la cajuela. Ésta niña no tiene derecho alguno.

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⏰ Última actualización: Jan 07, 2023 ⏰

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