14

6.2K 561 140
                                    

Antonella Lombardi.

—¡Otro! —pedí al barman y continué moviendo mis caderas al ritmo de la música.

Podía jurar que si me inclinaba un poco se me vería todo por el vestido que llevaba. No estaba tan borracha, solo intentaba relajarme para lo que tenía que hacer..

Seducir a Alessandro De Lucca.

Estaba a unas mesas de mí,  llevaba dos guardaespaldas y una puta sobre su regazo. 

Me llevé otro trago de whisky a la boca y, llenándome de valor, me dirigí hacia su mesa, los guardaespaldas me bloquearon el paso, los miré con burla y le regalé una sonrisa seductora a Alessandro, antes de seguir de largo.

Tomé asiento en unos de los sofás y esperé tranquilamente a que él solito viniera a mí.

—¿Quién eres? —susurraron en mi oído y mi mente cantaba victoria.

—Nadie en especial —crucé mis piernas y el vestido se subió un poco— ¿quién eres tú?

—Nadie en concreto —sonrió.

Me mantuve callada y aproveché para pasar un mechón de mi cabello por detrás de mi oreja.

—¿Quieres divertirte?

—No tengo sexo en la primera cita.

—Esto no es una cita.

—Para mí sí lo es.

—¿Por qué?

—Para poder follar en la segunda —besó la comisura de su boca e intenté levantarme, pero me tiró del brazo.

Me daba repulsión que ese hombre me tocara.

—Vaya —se burló— es difícil encontrar una mujer valiente en estos tiempos. Me sorprendes.

Me reacomodé nuevamente y sonreí.

—¿Cómo vamos a tener una segunda cita? —me guiñó un ojo— Tienes que darme tu número antes de irte.

—Entrégame tu teléfono.

—Aquí tienes, nena.

Aguanté para no vomitar en su rostro.

Apunto mi número y le devuelvo su teléfono.

—Espero por tu llamada —me incliné y tiré del lóbulo de su oreja con mis dientes para luego levantarme.  

—Ya nos veremos, nena.

Otro nena más y le partía la cara.

Caminé fuera del local mientras tecleaba en mi teléfono, a un antiguo conocido.

«¿Qué probabilidad tengo para que me consigas Dexedrine lo más rápido posible

Cuenta con ello. ¿La misma dirección?

Sí la misma. Muchas gracias.

Conozco otras maneras en la que me puedes agradecer.

Matew por favor que nos conocemos y esto nunca termina bien.

Ok, relájate. Las tendrás mañana.

#
Las puertas del ascensor se abrieron e identifiqué a Piero De Lucca inclinado sobre la pared, llevaba un traje oscuro desaliñado, los puños apretados a cada lado de su cuerpo y los ojos cerrados.

Carraspeé y los abrí rápidamente.

—¿Qué haces aquí? —pregunté irritada, cansada de todo esto.

Adictiva Perdición ✓ [Próximamente en Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora