Cinco días después.
9:00.am.
Los días que había dado Piero para que Antonella se convirtiera en su mujer pasaron relativamente largos para los que deseaban aquella unión y rápidos para los que no.
La situación era relativa.
— El vestido no me entra —gritó—. ¡No me entra!
— Relájate —la rubia acompañante de todas sus aventuras intentaba calmarla. —Tienes que abrir el cierre.
— Estoy gorda —chilló—, el vestido no me sirve porque ya tengo barriga, Piero se va a dar cuenta y todo se va a ir a la mierda; yo, el embarazo, mi vida, la boda. Todo a la mierda.
— Necesito que te tranquilices —suspiró, caminando hasta ella—. Vas a estar bien, y yo voy a estar contigo siempre. Te lo prometo.
— ¿Me lo prometes?
— Te lo prometo Nela —confirmó—. Ahora necesito que te dejes arreglar y maquillar. Una princesa tiene que estar siempre a la altura de su príncipe.
Y vaya príncipe.
Dos toques en la puerta sobresaltaron a las mujeres que estaban concentradas en su perfecto maquillaje.
— Trajeron esto para usted —una de las criadas apareció frente a la puerta con una caja blanca de lazos y adornos florales.
— Huele mal —se quejó Daphne, apretando su nariz con los dedos.
Antonella frunció el entrecejo.
Tomó la caja con cuidado y la depositó sobre una mesa donde estaban otros regalos y felicitaciones por la próxima boda.
— Sí que huele mal —le respondió a su mejor amiga.
— Deberías abrirlo ya.
Abrieron la caja y ambas se llevaron las manos a la boca y se taparon la nariz debido al olor que se apoderó de sus fosas nasales.
— ¿Eso es lo que creo que es?
— Una cabeza —respondió con simpleza.
Lo que la rubia observaba horrorizada para Antonella era una simple cabeza humana de un desconocido. Si el objetivo era asustar a la chica horas antes de su boda, habían fracasado.
Claro estaba que era una amenaza.
Pero...¿de quién?
— ¿Será Chiara?
— Dudo mucho que en el manicomio tenga libertad para hacer semejante atrocidad.
— ¿Entonces? —volvió a preguntar Daphne.
— No tengo ni idea.
Mentía, en el fondo sabía que era su padre, el señor Lombardi y su excelente gusto para escoger el mejor regalo.
— Tenemos que decirle a Piero.
— No —Antonella negó rápidamente—. Lo que tenemos que hacer es pedir que desaparezcan este pequeño obsequio, tú me vas a maquillar y nos iremos a mi boda. Tan tranquilas como si nada de esto hubiera pasado. ¿Ok?
— Ok.
Antonella llamó a uno de sus hombres y pidió que se encarguen de la cajita blanca con total discreción.
Este hizo lo que le pidió.
— Tendré pesadillas en la noche —dijo Daphne rociando con perfume toda la habitación.
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Adictiva Perdición ✓ [Próximamente en Físico]
RomansAntonella Lombardi ha crecido con un único objetivo en mente. Desde que tenía uso de razón su padre la entrenó para ser una mujer fría y despiadada que no le teme a nada ni nadie. Y su misión no es otra que destruir a los De Lucca, quienes fueron lo...