Vivo en el arte del drama, en medio de atardeceres amargos, enterrada en mí misma, acariciando a los demonios. Me aíslan en el olvido, y me hacen recordar cada día el abandono del monstruo romántico. El que al agitar sus alas me cegó para siempre.
Respiro en un hueco de fe, por segundos soy feliz con la ilusión de verte aquí. Mi cuerpo se convierte en el desastre tuyo, y tus fantasmas me enferman hasta el final. Pues repiten tus palabras, las distorsionan, pero siguen siendo el eco de tus juramentos. Desgasto la tinta escribiendo de ti. Escribo, adorno las letras que terminan por decir lo mismo una y mil veces.
Vivo en el arte del coraje, mi corazón se fortalece de odios, y decido alejarlos a todos. Sin excepción, porque nadie vale nada en mi nuevo universo. No hay quien se pueda quedar a soportarme, y en definitiva no puedo soportarlos. Hoy irónicamente le hago a alguien más el daño que me hiciste a mí.
Vivo de… círculos viciosos, de tu recuerdo y del odio. Soy el rechazo, sonrío maliciosa al espejo. En el reflejo están tus ojos negros, jamás los míos.