Capítulo 1.

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Esta noche en especial, era solamente un fondo negro, no había luna ni estrellas que la acompañasen. Había frío y parecía que dentro de poco comenzaría a llover. Hoy era 15 de Octubre, y era típico del mes que hubiera frío, pero el cielo negro, sin luna y sin acompañantes resultaba un poco extraño.

Antes de llegar a un pequeño puente que conectaba del campo a la ciudad, por ahí se encontraban caminando dos siluetas. La primera, a juzgar por el cabello largo, era una chica. Y la otra silueta, como por unos dos centímetros más pequeño que ella, iba un chico.

—Hoy me la pasé increíble, Louis. —Dijo la chica con ilusión en su voz.

—Yo también, Eleanor.

Los dos iban tomados de la mano, a juzgar por la cara de ambos, se veía que estaban completamente enamorados. Ella vestía un vestido completamente blanco junto con un cinturón de esos gruesos de color rojo. Como había frío, encima llevaba un saco color azul marino, al parecer del novio. Louis vestía una camisa blanca a rayas azules junto con un pantalón azul marino y zapatos (sin calceta) blancos. Ambos iban bien combinados.

—No puedo creerme que ya llevemos nueve meses de relación tú y yo, amor. —Eleanor rompió el silencio.

—Ya sé, bebé. El tiempo pasa volando cuando todo marcha bien. —Louis miró a su novia con una sonrisa boba. La miró directo y podía notarse una pequeña luz en su mirada. Él sí que la quería, se le notaba.

Ambos miraron el paisaje, venían de una fiesta, y lo que más le gustaba de ellas era que al final de todo, siempre caminaban juntos con mucha calma y nunca desperdiciaban el tiempo en silencios, pero bueno, hoy fue la excepción. Louis miró hacía los lados, ya no sabía qué decirle a Eleanor, todo lo que faltaba por decir ya lo había hecho. Ella sabía lo mucho que le quería y él lo mucho que ella también. ¿Por qué hoy era todo diferente?

En lo que Louis miraba, se percató de que por el puente (al que aun no habían llegado) sucedía algo fuera de lo normal, y Eleanor también lo notó: dos personas, al parecer dos chicos peleando. Uno era grande, y el otro era un chico delgado, de cabeza enorme, o al menos eso era lo que parecía.

—-¿Qué estará sucediendo Louis? —Preguntó Eleanor desconcertada.

—No sé, pero esto no me da buena espina. Iré a ver.

—¡Ya déjame! —Gritó el chico de los rulos.

—¿Qué dijiste? —Dijo el chico robusto, mientras le pateaba a un costado del estómago a Harry y éste estaba hecho bolita en el suelo—. ¿Quieres que te deje ir?

—No te he hecho nada, ¿por qué me haces esto? —Harry tenía los ojos cristalinos, estaba a punto de echarse a llorar, pero decidió aguantar un poco más.

—¿Vas a llorar? ¿Tan pronto?

—¡Que me dejes, Terrier! —Gritó Harry  con todas sus fuerzas.

—Ni de chiste. En este mundo no puede haber maricas como tú. Yo me encargaré de eso. —Terrier comenzó a reírse, como si le pareciera divertido.

Harry vio como Terrier comenzó a levantar el puño, (Terrier se encontraba encima de Harry, prohibiéndole salida alguna) sabía que le dolería, de por sí ya tenía la cara un poco ensangrentada, la nariz le dolía, todo su cuerpo le dolía. No sabía muy bien cómo defenderse, porque nunca le resultó necesario, él no era de esos que se buscaba peleas a todas horas, él era un chico tranquilo. Harry cerró los ojos, no quería ver como su agresor lo atacaba cada vez más fuerte. Respiró hondo esperando el golpe, cuando de pronto, se sintió libre, nada le pesaba. ¿Acaso ya había muerto? ¿Así se sentía la muerte? ¿Tan rápido había acabado Terrier con él?

No. Harry abrió los ojos y entonces vio como un desconocido comenzaba a darle una paliza a su agresor. Por un momento notó como a Terrier se le veía un mínimo miedo en sus ojos. ¿Qué estaba sucediendo? El desconocido golpeó al muchacho grande con el puño cerrado en el rostro.

Eleanor vio como su novio se peleaba con aquél chico por un desconocido, y entonces se sintió más orgullosa de lo que ya estaba. Louis era su héroe. Esta chica se acercó a Harry y lo ayudó a levantarse. Se miraron, ella le sonrió a él y viceversa.

—Gracias. —Dijo Harry.

—Descuida.

Se sonrieron y ambos miraron de inmediato a Louis, que seguía dándole su merecido a aquél chico.

 —¡Lárgate! —Louis le ordenó a Terrier.

—Ésta me las van a pagar. Tú —señaló a Harry— mariquita, y tú. —Señaló a lo último a Louis.

—Que tengas suerte.

—¿Estás bien? —Preguntó Louis después de haberse asegurado de que el muchacho ese no se acercase de nuevo a Harry.

—Sí —a Harry se le iluminó el rostro—. Gracias, has sido muy valiente. Estoy en deuda contigo.

—Descuida. No me debes nada.

—¿Y por qué estaba atacándote? —Preguntó Eleanor luego de un rato.

—No… No lo sé. —Respondió Harry. Entonces puso una cara pensativa.

—Ya no importa, el caso es que ahora estás bien. —Dijo Louis sonriendo como siempre.

—Sí, y gracias de nuevo.

—Descuida —hubo una pausa—. ¿Por qué no estás en casa?

—Este —Harry bajó la mirada—… mi papá me echó, no tengo dónde pasar la noche.

—Pero, ¿por qué? —Dijeron Louis y Eleanor al mismo tiempo.

—Es algo de lo que no quiero hablar ahora. —A Harry se le humedecieron los ojos.

El frío comenzó a arreciar, y a eso de unos segundos más comenzaron a caer pringas de agua, ya estaba comenzando a llover. Un taxi pasó por ahí y lo llamaron. Se detuvo a pocos centímetros delante de ellos.

—Eleanor, bebé.

—¿Sí?

—¿Por qué no te vas a casa? Yo me encargaré de… —Louis miró a Harry dudoso.

—¡Harry! Me llamo Harry.

—Mientras yo me encargo de Harry —le miró y le sonrió—. Pasará conmigo la noche.

—Ah, no, no, no. No te preocupes.

—Nada, esta noche yo te cuido, chaval.

—Está bien —respondió Eleanor, entrando al taxi, no sin antes dándole un beso a Louis en la mejilla y regresándole su saco azul—. ¡Hasta luego Harry! Cuídalo mucho, Louis.

—¡Hasta luego!

—Eso haré, amor.

Eleanor entró al taxi y se fue de inmediato. Solo quedaron Louis y Harry. Ambos se miraron y se sonrieron. Entonces la lluvia arreció.

—¡Joder! —Se quejó Louis—. Toma. —Le dio el saco azul que le había devuelto su novia y se lo puso encima a Harry para que este no se mojara.

—Ah, no…

—Lo necesitas más tú que yo.

—Está bien, gracias.

—¡Basta de agradecer! —Louis se rio—. Andando, no quiero que te resfríes. Esta noche serás un huésped en mi casa. Al fin un poco de compañía, te cuidaré como si fueras una de mis hermanas, claro que tú serás como si fueras mi hermanito.

Harry le sonrió y se sintió seguro por un momento. Iba a estar bien después de todo. 

Ilumíname - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora