La clase de publicidad solía ser su favorita, pero ese día, su cabeza se había ido de viaje a otra galaxia. Desde el último encuentro con Gael, no había hecho más que pensar en él, y en todo lo que habían hablado. Sin embargo, y a pesar de todos los sentimientos que tenía, el miedo seguía reinando en su corazón. No quería volver a ilusionarse, estaba aterrado.
—¡¿Se tatuó tu inicial?!
—Shhhhh. —Pablo le dedicó una mirada de reproche que Daniela ignoró.
Dilan asintió, apoyando los brazos sobre el pupitre, con cara de tonto enamorado. Se habían sentado los tres en la última fila: Dilan a la izquierda, Pablo en medio y Daniela a la derecha.
—Me dio su número de teléfono —dijo bajito y Pablo frunció el entrecejo.
—¡Por Dios! ¿Y qué vas a hacer ahora?
—Cállense, carajo —se quejó Pablo, cruzando los brazos.
—Le dije que necesitaba tiempo... —prosiguió Dilan, ignorando a su amigo—. Todavía no le dije que era mentira lo de que tú y yo somos novios...
—¿Le dijiste que Daniela era tu novia? —Esta vez, Pablo intervino, pero de inmediato se dio cuenta de que habían logrado distraerlo—. Mierda, los odio a los dos, ¿podrían callarse la puta boca?
—Es que eres idiota, Dilan. O sea, es una buena táctica, pero ahora le vas a tener que decir la verdad. La otra vez me asesinó con la mirada.
—¡No me da la cara para decirle!
El profesor anunció el final de la clase, pero solo cuando todos comenzaron a levantarse Dilan lo notó. Pablo guardó sus cosas, molesto, chasqueando la lengua.
—En la próxima clase se sientan juntos. Fastidiosos...
Daniela guardó sus cosas rápidamente y se apuró para alcanzar a sus compañeros.
—Qué amargado, Pablo, ¿no te das cuenta de lo que está pasando?
—Sí, si estuvieron toda la puta clase cuchicheando sobre eso. Dilan, no seas tonto, madura de una vez y dile la verdad. El tipo vino desde España a buscarte, o sea... Si yo no quisiera a alguien de verdad no me gastaría un dineral en un boleto de avión. Y encima se está quedando en un hotel...
—¡Podrías invitarlo a quedarse a tu casa!
—Estás loca, Daniela.
Admitía que se había planteado la idea un par de veces, pero invitarlo a quedarse con él, era todo lo contrario a "ir despacio". Dilan necesitaba tiempo para pensar bien las cosas y aclarar sus ideas; quería encarar la situación de la manera más madura posible, sin dejarse llevar por sus impulsos. Había decidido escribirle a la hora de la salida para hablarle sobre la pequeña mentira que le había dicho. Se había estado armando de valor durante toda la mañana y ya se sentía listo para enfrentarlo. Mientras caminaba de vuelta a su casa, le escribió:
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Lazos
RomanceCuando una amistad crea cimientos fuertes, no existe nada que la derribe. Dilan y Gael comparten una amistad única, de esas que muchos desean tener, pero que pocos consiguen. Amigos de infancia, confidentes, compañeros en todas sus andanzas. Sin emb...